Para el día de hoy (20/11/12):
Evangelio según San Lucas 19, 1-10
(Zaqueo es jefe o superior entre los publicanos: ello implica que comanda a los recaudadores de impuestos y tributos imperiales en el lugar, en este caso Jericó.
Tales personas eran odiadas con intenso fervor, pues recaudaban tributos para el opresor imperial y porque al mismo tiempo que volcaban sobre los campesinos y pescadores gravámenes insostenibles, de esa misma recaudación tomaban para sí una parte significativa. Es claro que conllevaba un riesgo mortal quedarse con dineros imperiales, y es por ello que al impuesto añadían un importe a discreción. Es decir, se enriquecían mediante prácticas corruptas y a costa del sufrimiento de los más pobres.
En esta lectura que nos trae la Palabra para el día de hoy, encontramos sugestivas coincidencias con la sanación del mendigo ciego, Bartimeo. Y no son casualidades sino causalidades, Dios escribiendo junto al hombre la historia en humildad y silencio.
Uno de ellos es un hombre sumido en el dolor y en la miseria, que se inquieta ante la multitud que pasa y quiere saber de ese nazareno famoso, aún cuando está excluido de la comunidad por la idea de una culpa pretérita y por la impureza que supone su enfermedad.
El otro nada en la abundancia -bienes obtenidos por el sufrir de los otros-, también es excluido y reprochado por publicano, en la misma condición moral de las prostitutas, y con similar interés en el rabbí galileo se sube a un árbol, pues aparentemente era de baja estatura. En realidad, lo que contaba era la baja estatura de su alma y no tanto la longitud de su cuerpo.
Pero a contramano de cualquier razón y en la santa ilógica del Reino, es Jesús de Nazareth quien se adelanta y se dirige a ambos. Es Dios quien siempre tiene todas las primacías, las iniciativas, el que nos sale al encuentro.
Y fruto de ese encuentro, nada será igual. La presencia del Señor todo lo transforma, y el alma se viste de fiesta, y en los corazones hay banquetes de mesa grande.
Zaqueo, por la acción de la Gracia y desde su confianza, cambia una vida adormecida y una corrupción militante en justicia y liberación. La mitad de sus bienes se repartirán entre los pobres, y dará mucho más a aquellos a quienes haya hecho daño.
Es la justicia y la distribución de las riquezas que comienza desde corazones renovados, antes que desde sistemas o ideologías.
Entonces Zaqueo se crece, se yergue en una nueva altitud espiritual, y ya no necesitará subirse a ningún otro árbol, pues el Dios de la Vida ha llegado a su corazón hogar y se ha quedado.
Hay muchos árboles en nuestro caminar.
Tal vez tengamos que atrevernos a dar ese paso, y subirnos para ver al Maestro que pasa, que nos anda buscando, que nos trae Salvación y alegría y allí sí, volver a crecer)
Paz y Bien
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