Para el día de hoy (28/11/12):
Evangelio según San Lucas 21, 10-19
(El panorama que plantea Jesús a sus discípulos no es nada grato. Más aún, es aterrador.
Habla de persecuciones políticas y religiosas, de cárceles, de violencias y hasta de muerte por permanecer fieles a la Buena Noticia, y más aún: estos vendavales pueden desatarse también de los más cercanos, del entorno que los discípulos consideran como propio y firme.
Es que el Evangelio es opuesto a esto que entendemos por mundo, nada tiene que ver con el poder, con la opresión, con la injusticia, con todo lo que atenta contra la vida humana. Y esta oposición implica tomar partido de manera profética, es decir, anunciar la mejor de las Noticias y denunciar todo lo que arrolla la dignidad y plenitud humanas.
El mensaje de Jesús de Nazareth no se dirige solamente a la primera comunidad cristiana, la que luego de la Pasión y resurrección del Señor comenzaría un largo camino de persecuciones por parte de las autoridades de la religión de Israel y sufrirían las violencias de la prepotencia imperial romana.
El mensaje a traviesa todos los tiempos y llega hasta nuestro presente.
Es necesario también mirar, desde el prisma de nuestros corazones, otra consecuencia: si las persecuciones son consecuencia directa de la fidelidad, su ausencia ha de ser significativa y hasta peligrosa.
La recepción sin inmutarse del Evangelio -claro está, de modo superficial- por parte de los poderosos y de los sistemas de dominio es síntoma de que algo no está bien. Quizás signifique que cedimos a nuestros miedos y dimos paso a una versión edulcorada de la Buena Noticia que no compromete, nada arriesga y poco transforma.
Es renegar de esta vocación de semilla de mostaza y de levadura en la masa.
Con todo y a pesar de todo, nada ni nadie podrá detenernos ni acallarnos.
No estamos solos, no vamos solos, el Espíritu nos sostiene y nos impulsa en coraje y elocuencia)
Paz y Bien
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