Para el día de hoy (12/11/12):
Evangelio según San Lucas 17, 1-6
(Jesús de Nazareth, si bien enseña mediante parábolas y alegorías, a la hora de decir verdades no se anda con demasiadas vueltas. Así entonces su Palabra se vuelve durísima a oídos cómodos, a corazones opuestos.
En ese tenor es la admonición que hoy nos brinda y la severidad conque Él se expresa: ello responde a su identificación plena con los pequeños, con los pobres, con los niños, con los que no cuentan. El término griego skandalon remite literalmente a trampa o piedra que hace tropezar y caer; ese escándalo no se refiere tanto a la exposición pública o mediática de cuestiones a menudo inconfesables, sino más bien a todas las acciones que hacen vacilar la fé de los más pequeños, esos mismos que tienen las preferencias del corazón sagrado de Dios, y que cuando caen quedan a la deriva.
En ello es imposible obviar tanta niñez avasallada por aquellos que debían protegerla, tanta existencia mancillada, tantos actos execrables y silenciados por una prudencia torpe que nada tiene que ver con la verdad que nos libera, Espíritu de la Buena Noticia.
Como si no bastara, el Maestro en un segundo tiempo nos impulsa al perdón. No es cosa fácil, nada sencilla perdonar al que nos odia, al que nos hace daño y nos desea activamente el mal; pero ahí se enraiza la radicalidad del Evangelio, vivida por Cristo hasta las últimas consecuencias en una cruz erigida por el odio y convertida en manantial inagotable de amor para toda la humanidad. El perdón sana y libera, acerca a los distantes y es un milagro en todo tiempo.
Es claro que para no ser escándalo y para perdonar no bastan las buenas intenciones y especiales motivaciones. Se trata de una cuestión de fé, es decir, de confianza con todo y a pesar de todo.
La fé es don y misterio, semilla humilde que se nos crece en las honduras del corazón y que sin florece, posee esa fuerza imparable que mueve toda montaña de odio y derriba todo cerro del no se puede)
Paz y Bien
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