Evangelio según San Lucas 17, 26-37
(Frente a nuestro tiempo mesurado de manera convencional, sujeto a nuestros relojes y vaivenes -Chronos-, un tiempo muy pequeño y escaso, se opone el Kairós, el tiempo santo de Dios.
En ese devenir inexorable de Chronos, solemos zambullirnos en una rutina a menudo inhumana que nos vá adormeciendo el alma, creamos mil y un artilugios destinados a prevalecer, y que suelen ser sucedáneos que se agotan cuando la existencia se apaga y sobreviene la muerte. También, actuamos como si fuéramos a vivir por siempre, y tenemos una mirada esquiva de cualquier otro horizonte que no sea el de nuestros propios egos.
Es claro que nuestro tiempo no es el de Dios, y que Él vá por otro ilógico sendero.
El Kairós es tiempo santo de Dios, pero es también invitación a santificar las horas haciendo de la existencia tiempo de Dios y el hombre.
El amor de Dios es nuestro sustento y nuestro destino, y la Encarnación su mejor señal.
Nada ni nadie puede robarnos las esperanza, todo puede desvanecerse pero su Palabra permanece para siempre)
Paz y Bien
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