Para el día de hoy (31/10/12):
Evangelio según San Lucas 13, 22-30
(La pretensión de tener privilegios por pertenencia religiosa no es nada nuevo, y sin embargo sigue teniendo sus furibundos defensores y su férreos militantes.
Para los que habitamos estas periferias latinoamericanas -sudacas en espíritu y en verdad- es algo similar a la obtención de la visa que nos garantice la permanencia sin inconvenientes en los países del pretendido primer mundo, un pasaporte válido y definitivo que nos ahorrará cualquier problema, la tarjeta verde de nuestra salvación.
En camino hacia el encuentro de su Pasión, al Maestro le realizan una pregunta en este mismo tenor, y es precisamente aquella que refiere a la cantidad o número de los que han de salvarse. Y como es su costumbre, no responde en forma directa a esas preguntas pues son cuestionamientos falaces, es decir, razonamientos espurios que en sí infieren de antemano una respuesta. Lo que cuenta de manera decisiva no es el cuantos sino más bien el cómo.
En la lógica de esa visa de Salvación, la Buena Noticia se reduce a aquellos que cumplen fielmente con los preceptos eclesiales, con las normas litúrgicas y con la vida sacramental en donde el corazón suele estar ausente.
Así entonces deja de ser Buena Noticia de Salvación universal y amorosa y se transforma en un misterio al que sólo unos pocos acceden, un Dios lejano -juez y verdugo- que nada tiene que ver con el Dios Abbá de Jesús de Nazareth que ama sin límites a toda la humanidad.
Sin embargo, hay muchos que no andan preocupados por obtener este pasaporte especial, ni se creen con prebendas por pertenencia confesional. Son mujeres y hombres que viven el hoy de la Salvación, que saben que el Reino acontece en el aquí y el ahora y que tiene un horizonte de plenitud y de encuentro definitivo.
Son los mismos que, al igual que el Maestro, se desviven para que nadie falta a la mesa grande de la fraternidad y la compasión, ágape santo del Dios que nos cobija y ampara.
Son los mismos que saben que nadie se salva solo, que es cuestión compartida y también, don y misterio, entramado sagrado de un Dios que se hizo hombre, que se hizo historia, que se hizo puerta estrecha pero abierta para que ingrese a la vida la humanidad en caravana esperanzada)
Paz y Bien
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