Para el día de hoy (17/10/12):
Evangelio según San Lucas 11, 42-46
(Las palabras que dirige el Maestro son durísimas y no dan lugar a segundas o terceras interpretaciones pues son contudentes en su evidencia y claridad, y sus interlocutores no se acotan a fariseos y doctores de su tiempo, sino a todos aquellos a través de los tiempos que se preocupan en el cumplimiento exterior de formas y apariencias y a aquellos que bajo pretextos religiosos se vuelven causa de opresión para sus hermanos.
No son ítems acotados a las experiencias religiosas fariseas: se trata de la estricta observancia de preceptos y normas sin corazón, renegando de toda compasión y misericordia, abdicando de la justicia.
Por ello cuando el amor está ausente, la vivencia de fé se acota al culto a un ídolo, un dios falso de sangrientos leguleyos y abstracciones nominales, bien lejano al Dios Abbá de Jesús de Nazareth.
Lo que define el Reino no es la posibilidad de adquirirlo a cambio de piadosas acumulaciones, sino que es asombrosamente gratuito, pura bondad paternal de Aquél que jamás dejará de salir a nuestro encuentro.
Hay peligros ciertos, como renegar del hermano, como mirar hacia otro lado, como creernos cómodamente seguros por ser fieles cumplidores de los preceptos instituidos.
Todo ello es una paz falaz, un autoengaño fatal, una renuncia a embarcarse mar adentro de la Salvación.
Demasiados senderos están pavimentados con losas sepulcrales bienintencionadas que declaman bondades pero que nada cambian.
Quiera Dios que nos volvamos locamente enamorados de esa paz que es hija dilecta de la justicia y la fraternidad)
Paz y Bien
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