Ceñidos de fidelidad, encendidos de esperanza







Para el día de hoy (23/10/12):  
Evangelio según San Lucas 12, 35-38

 
(En los tiempos del ministerio de Jesús de Nazareth, ceñirse las vestiduras con un trozo de tela o cuerda era imprescindible para tener libertad de movimientos, pues el tipo de vestimentas talares o túnicas de aquel tiempo, requería que se las atara de alguna manera para moverse con facilidad.
Es decir, para los contemporáneos de Jesús ceñirse las vestiduras implicaba estar más que listos para cualquier acción.
Así también, en esa época las lámparas de aceite eran un bien muy valioso y a la vez, el único modo de tener luz luego de la caída del sol: una lámpara encendida era garantía cierta de luz en la oscuridad.

Por ello mismo el imperativo de ceñirse las vestiduras y mantener las lámparas encendidas: se trata de una vigilia que no es piadosamente pasiva, sino de una vigilia activa en la dinámica del Reino.
El Reino ya está presente, y vá creciéndose entre nosotros, aunque aún no alcanzó su plenitud y en parte está atado a los vaivenes de nuestras limitaciones, nuestras miserias y nuestros quebrantos.
A pesar de ello, a pesar de todo, un día florecerá en su totalidad, el día definitivo en que Dios será todo en todos, el día del regreso del Señor, el día del reencuentro definitivo.

Ese regreso es certeza de felicidad y plenitud. Por ello, con ese horizonte maravilloso no podemos quedarnos quietos ni dormidos.

Nos ceñiremos las vestiduras de fidelidad y encenderemos las lámpara de esperanza para iluminar toda noche porque Él está viniendo, y lo descubrimos a cada instante y en cada rostro)

Paz y Bien


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