Para el día de hoy (09/11/09):
Evangelio según San Juan 2, 13-22
(El Templo de Jerusalem era un signo cierto de la presencia y fidelidad de Dios a la Alianza con su pueblo, punto de encuentro sagrado entre el Creador y la comunidad.
Jesús, silenciosamente, sube a la Ciudad Santa pues se acercaba la celebración de la Pascua, fiesta de la liberación, conmemoración santa del Dios que rescató a su pueblo de la esclavitud en Egipto.
Al llegar al Templo, se encuentra en la explanada a un mercado: todo se trafica, animales para los sacrificios, se cambian monedas para el tributo.
Se ha pervertido al Templo como punto de encuentro sagrado y se ha convertido en sitio de transacciones.
El Señor se indigna, espanta con un látigo a los animales que aguardaban ser vendidos en corrales, desparrama las mesas de los cambistas y -echó a todos del Templo- nos indica literalmente la Palabra.
Los principales beneficiarios de las transacciones que se realizaban lo interpelan: ha dado por tierra con un fabuloso negocio, y le piden explicaciones, le requieren un signo que avale una conducta tan atrevida.
No son capaces de entender que el signo por excelencia es Él mismo, la definitiva presencia de Dios en medio de su pueblo -sus amigos lo recordarían y comprenderían todo a partir de su Pasión y su Resurrección-.
Jesús es el Nuevo Templo vivo de Dios, y cada persona que cree en Él, cada mujer y hombre se hace su hermano... Por lo tanto, cada persona también lleva inscrita en su alma esa dignidad imborrable de templo vivo del Altísimo.
Sería bueno, necesario y más que justo que Jesús venga a nuestros templos-edificios y a nuestros templos-cuerpos, y que con fuerza eche nos expulse todas esas perversas costumbres de negociar, de traficar promesas, de adquirir recompensas.
Que en estos templos en los que nos reunimos y en estos templos que somos sean lugar de encuentro sagrado entre el Dios de la Vida y la Gracia y nosotros, seres de paso y necesitados de su misericordia)
Paz y Bien
EL VERDADERO CULTO
Hace 14 minutos.
2 comentarios:
Cuanto cuesta a veces imaginarse esta escena de Jesús, pero de ella hemos sacado la importancia de lo que significa la casa del Padre, Hoy también encontrariamos esa escena en más de una ocasión. Que oasis cuando entramos en el Templo y se vive esa adoración, y respeto.
Un abrazo
Recuperar desde el corazón la casa del Padre y de la comunidad como lugar sagrado de oración y silencio, de adoración y misterio, del compartir y la donación de la vida... Nada más cierto, querido amigo.
Dios bendiga a tí y a los tuyos.
Un abrazo fraterno en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo
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