Entradas preferenciales

Para el día de hoy (03/11/09):
Evangelio según San Lucas 14, 15-24

(Luego de un concienzudo trabajo, está todo listo.
El Dueño de Casa se ocupó y preocupó hasta de los detalles más pequeños -algunos dicen que por eso se lo puede reconocer con patente evidencia-.

La Mesa es enorme, el lugar más grande aún.

El Dueño envió a sus servidores a buscar a los invitados principales.
Les ha mandado entradas preferenciales y personalizadas a los que nadie invita a ningún lado -excepto quizás a morirse, y algunos dicen que por el tipo de invitaciones que cursa también se lo reconoce con claridad-.

El Dueño les encarga a sus servidores que sin pérdida de tiempo inviten a los más pobres, a los sumergidos en la miseria, a los enfermos, a los discapacitados, a los desvalidos, a los ancianos, a los niños abandonados, a los niños impedidos de nacer, a las mujeres, a los excluidos de todo.
Deben partir sin demora para que vengan a su mesa, y no es tarea sencilla: son gentes no habituadas a ningún tipo de fiesta, son especialistas en comer salteado, les resulta normal la tristeza, el dolor y el sentarse en el fango.

Y los servidores tienen otra tarea: una vez que se hayan repartido las invitaciones preferidas del Dueño y todos los invitados especiales estén a su mesa, deberán invitar a otros -su Mesa es inmensa-.
Esos otros son más impensados que los anteriores, porque éstos no hablan ni el idioma de los servidores ni el del Dueño, desconocen al Dueño de casa y, en muchas ocasiones, tienen la arrogancia de llamarlo de otra manera al Dueño -y en esto sí que les resulta difícil de reconocerlo al Dueño de casa por parte de los servidores-

Y aún cuando vengan ellos, quedarán lugares, siempre habrá lugar para más.

Hubo muchos que fueron invitados primero, pero se excusaron de ir a la fiesta: andaban demasiado ocupado en sus cosas.
No se dieron cuenta que el no participar en la fiesta de este Dueño -por el motivo que fuere- es inexcusable...

Es claro que aquí faltan algunos: nosotros.
Craso error: no necesitamos invitaciones.
Somos los servidores de la gran fiesta de la Vida.
Y por eso, estaremos siempre cerca del Dueño de casa, y éste confía tan plenamente en nosotros, que gran parte de la realización y la asistencia a su banquete corre por nuestra cuenta...

Pues si nó, ¿quién cursará las invitaciones?)

Paz y Bien


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