Cuando pasa Jesús

Para el día de hoy (16/11/09):
Evangelio según San Lucas 18, 35-43

(Jesús peregrina a Jerusalem; vá al encuentro de su Pasión, obediente a los deseos de su Padre.
Estaba cerca de Jericó: a la vera del camino estaba sentado un ciego pidiendo limosna; con su agudo oído, se dá cuenta que es mucha la gente que está pasando, y pregunta qué sucede.

Le contestan con una frase en apariencia inadvertida, pero maravillosa y crucial: -Pasa Jesús de Nazareth-.

El ciego, que hasta ese momento estaba excluído de todo, y todo lo que podía hacer y esperar era alguna limosna eventual, nada más, se pone de pié y grita bien fuerte: -¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!-

Aún llamándolo con un nombre que no le gustaba porque era incorrecto -hijo de David- clama por Él con tanta fe, que el Maestro lo escucha.
Sin embargo, están los "correctos" de siempre.
Sus gritos incomodan, y lo reprendían para que se callara; a pesar de todo y de ellos, su grito erea cada vez más y más fuerte.

El Señor manda que se lo traigan: no surtió efecto la reprensión de quienes querían acallarlo. Y este Jesús -enseñándole a no quedarse solamente en el clamor- hace lo imprevisto, realiza lo impensado: se pone a su servicio, diciéndole: -¿Qué puedo hacer por tí?-

El ciego entiende, se dá cuenta de que hay que saber porqué se grita, y en voz alta le dice -¡Señor, que yo vea otra vez!-

Y por esa fé desatada en su alma, el ciego recupera la vista; puede ver con sus ojos y puede ver con su alma... Por eso la consecuencia directa de la fuerza transformadora de la fé, de la aparición del Reino en su existencia: enamorado de la vida, al momento siguió a Jesús, sin cesar en su clamor: la súplica de ayer es la alabanza del hoy.

Hoy hay mucha gente tirada a la vera del camino, que desde el dolor y con fé eleva su clamor a Dios.
Y ese clamor trata de ser silenciado, por ser molesto, porque pone al descubierto el desorden inhumano establecido. Hoy claman a voz en grito los pobres, los niños, los enfermos, los migrantes, los desempleados, los sin techo, los aborígenes...

A veces no lo hacen con términos correctos; sin embargo creen más en Jesús que en sus ideas acerca de cómo es el Salvador -y es una pregunta esencial para nosotros-

Y hay que avisarles: -¡Pasa Jesús!-
Y junto a ellos, descubrir con alegría el increíble milagro de un Dios que se hace nuestro servidor, y que frente a la súplica nos dice: ¿Qué puedo hacer por tí?

Jesús está pasando por aquí, y todo se transforma, y nuestras voces suplicantes se convertirán en cánticos de alabanza)

Paz y Bien


2 comentarios:

Fray Marcos dijo...

La defensa de los débiles, uno de los principios del Reino. ¿Quiénes serán? ¿De los que nos quejamos cuando los vemos cortando la calle? Y si son ellos, ¿qué nos pasa que nos posicionamos en la otra vereda?

Un abrazo. Paz y bien.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Puede que no terminamos de entender que las cosas del Reino pasan por la gratuidad y la justicia... no por lo que me gusta o me conmueve o con lo que simpatizo (debe ser mucho más sin duda). Por eso surge rápido el habitualmente horroroso negrosdemierda, el aparentemente liviano "vayan a laburar", como también el shhhhhhh de algunos que se apropian de la necesidad de muchos en beneficio propio. Dios nos ayude y perdone.
Un abrazo grande
Paz y Bien
Ricardo

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