Solemnidad de Todos los Santos
Para el día de hoy (01/11/18):
Evangelio según San Mateo 4, 25- 5,12
En verdad, santo es Dios, el tres veces santo, el Padre Santo, Jesucristo Santo de Dios, el Espíritu Santo aliento divino. Pero por un insondable misterio de amor -ámbito propicio de la fé- Dios comunica la santidad a su pueblo.
Pero santo también, por ese amor, es el que vive con Dios.
Cierta religiosidad difundida acota la santidad a aquellos que han sido elevados al honor de los altares, los que la Iglesia, luego de un largo proceso, reconoce en ellos las virtudes cristianas en grado heroico, su intercesión milagrosa, su ejemplo como un faro de luz para todo el pueblo de Dios.
Sin embargo, santidad es un convite y un mandato que no se acota a la vida eclesiástica, sino que se amplía a todos los pueblos.
Nada más ni nada menos, es la invitación de Cristo a ser felices desde el reverso mismo de la historia, en la santa ilógica del Reino.
Celebramos hoy la memoria de Todos los Santos, los que siguen presentes en comunión con los que aún peregrinamos por estos arrabales a menudo tan oscuros, los que son parte de una multitud creciente que no se acota a unos pocos buenos, perfectos, exactos.
La santidad es silenciosa, oculta, humilde pero a la vez imprescindible, la luz y la sazón sin la cual la vida sería una carga insoportable.
Hombres y mujeres tan vulgares porque no han dejado nunca de ser parte del pueblo, del vulgus, y que inmersos en el devenir del tiempo se han vuelto excepcionales al desandar todo lo que perece, felices por creer, felices por vivir las cosas de Dios que prevalecen, felices porque Dios ha hecho grata morada en las honduras de sus existencias y desde allí se vuelven felices señales de auxilio y gracia para nuestra gente.
Paz y Bien
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