Para el día de hoy (15/05/13):
Evangelio según San Juan 17, 6a. 11b-19
(El momento que vá a atravesar el Maestro es decisivo: la Pasión es el amor mayor y la ratificación de su fidelidad al sueño del Padre. Aún cuando afrontará el espanto clasificado como un criminal de la peor ralea, aún cuando será traicionado, negado y abandonado por los discípulos, no se olvida ni reniega de ellos.
Porque ellos serán sus testigos, Él mismo a través de la historia. Afrontarán desiertos, soledades, persecuciones, desprecios y violencias planificadas, las mismas cruces que Jesús de Nazareth porque son suyos, sus brazos, sus manos, sus pies, su Palabra.
Por ellos, por los Doce y los que luego los sucederán con el tiempo, el Señor suplica. Está a las puertas de su muerte -de una muerte infame y atroz- pero pone por delante de todo las necesidades de los suyos, de todos y cada uno de nosotros. Quizás esa sea una aproximación cabal a la definición del amor, si éste es un término acotable: primero y ante todo, el otro, su bien, su vida.
El Maestro suplica desde sus mismas entrañas por los suyos, para que permanezcan fieles y sean consagrados en la verdad, esa verdad que los mantendrá libres a pesar de cualquier cadena o prisión que le impongan.
Ellos no son del mundo, porque jamás se resignarán ante la injusticia, porque no serán devotos del poder, porque renegarán de cualquier egoísmo, porque serán servidores fieles e incondicionales de sus hermanos sin pedir nada a cambio, pura generosidad y desinterés, mujeres y hombres de paz, de concordia, de compasión, de misericordia.
Serán una presencia que interpelará constantemente al mundo, del mismo modo que Jesús de Nazareth)
Paz y Bien
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