Para el día de hoy (18/05/13):
Evangelio según San Juan 21, 20-25
(Mucho se ha estudiado acerca de la identidad del Discípulo Amado: tradicionalmente se lo identificaba con el mismo Evangelista Juan. Sin embargo, otros exégetas aducen, con muy buenas razones, que se trata de Lázaro de Betania, el hermano de Marta y María. Otros autores indican que este discípulo permanece innominado porque es el símbolo de la comunidad cristiana, es decir, de todos y cada uno de los creyentes.
Cada una de las posturas tiene su importancia y su proyección espiritual.
Sin embargo, hoy nos quedaremos con la fidelidad del Maestro.
Antes de detenernos en celosas particularidades que a menudo nacen del ego, lo que cuenta es ese amor entrañable que el Resucitado y su Padre tienen por todas sus hijas e hijos. Todos somos amados según nuestras singularidades, con nuestros aciertos y errores y a pesar de nuestros quebrantos y traiciones.
Todos somos amados sin límites ni condiciones, y es un amor incoercible que no sabe de abstracciones ni de generalizaciones. Dios nos ama tal como somos, y tiene una asombrosa confianza puesta en nosotros por lo que podemos llegar a ser.
A partir de allí el testimonio ha de ser diferente. Hay mucho que leer en el libro de la vida, la mano bondadosa de Dios que escribe junto al hombre la historia humana.
Es todo un desafío a nuestras soberbias reconocer las bondades del Dios Abba descubrir su Presencia en el hermano y en cada instante de toda existencia.
A partir de allí mucho, muchísimo puede contarse.
Porque los Evangelios no son crónicas históricas, sino relatos teológicos -espirituales- para la Salvación.
Si se contara por escrito todo el bien que el Maestro que ha realizado en su ministerio y todo lo que a través de los tiempos continúa realizando, no bastaría ni el mundo ni el universo para contener a los libros que lo expresen)
Paz y Bien
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