La Natividad del Señor
Para el día de hoy (25/12/19)
Evangelio según San Juan 1, 1-18
Todo pasa, todo se desvanece, sólo Dios permanece.
La humanidad andaba a los tumbos, en torpes pasos porque campeaban las tinieblas y abundaban las miserias. Y las miserias no son azarosas, son causadas por hombres miserables.
La verdad, nos caímos del paraíso, rompimos todo lo que no se debía, renegamos amistades, nos comió el corazón la soberbia y el egoísmo.
Aún así, el Creador no nos abandona a pesar de sumergirnos en las aguas amargas de la muerte.
Un largo camino recorrimos, idas y vueltas y rotundos extravíos. La promesa de rescate nunca se quebrantó, y aún cuando aconteció un peregrinar de siglos, el tenaz amor de Dios persistía en indicarnos en rumbo a tierras mejores, tierra buena, tierra sin mal, la tierra prometida de la Gracia.
Balbuceantes y llorosos, ´habíamos perdido la capacidad de expresarnos, de hacernos entender y de comprender al otro y al Totalmente Otro.
Desde siempre y para siempre, Dios es y Dios está.
Dios se hace Palabra para que recuperemos el habla, para salir del silencio mortal, para la Salvación.
Dios se hace ternura, Verbo que se encarna, Niño que se adormece en los brazos de su Madre.
Cristo, el hijo de María de Nazareth, verdadero Dios y verdadero hombre es la señal definitiva del amor que Dios nos tiene. Que la historia ha cobrado un nuevo rumbo a pesar de todos los esforzados dispensadores de dolor y los concienzudos proveedores de penas.
La historia está fecunda de Dios y es menester volver la mirada al cielo, buscando una estrella amiga que nos reencuentre con el Bebé Santo de Belén.
Muy Feliz Navidad para todos.
Paz y Bien
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