Para el día de hoy (09/12/19):
Evangelio según San Lucas 5, 17-26
Durísima era la carga de todos los enfermos: al sufrimiento físico, debía añadirse el concepto de enfermedad como consecuencia de pecados cometidos, propios o de los padres. Es decir, una lìnea de continuidad entre el mal efectuado y el mal percibido, una religiosidad retributiva respecto de un dios que castiga desvíos y quebrantos, un dios que querella y condena a sus criaturas, un dios al que le place el sufrir del hombre como causa de una justicia primordial.
Todo ello es causa de una conciencia culposa y culpógena en donde se trata de esconder y escapar de la severa mirada de ese dios, y en donde queda poco o ningún espacio para una gratitud ancha, para la alegría, para la fraternidad, tan ocupados en mirar por sobre el hombro y los requiebros ajenos. Así era en los tiempos del ministerio del Maestro, así continúa tristemente vigente esa mentalidad de las culpas condenatorias en tanto que infracciones o delitos, antes que el dolor por la ruptura de la confianza y el derrumbe unilateral del amor y los afectos.
Jesús de Nazareth revela y hace presente el Reino, sueño y realidad de su Dios que es Padre y es Madre, que ama sin medida, que se acerca al hombre con torrentes inagotables de Salvación. Esa Salvación es perdón y bondad, compasión y misericordia, salud y paz, y por ello mismo es liberación integral. Porque la Encarnación inaugura un tiempo santo de milagros, tiempo de Dios y el hombre.
Las primacías y las iniciativas son siempre de Dios. Pero no somos meros espectadores de las cosas que acontecen, acaso fortuitamente. Estamos invitados a ser partícipes fundamentales de la mejor de las noticias, y por ello es preciso empeñarnos, con fé y esperanza, en ir andando juntos, abriendo boquetes allí en donde las cosas mundanas, el poder de toda laya y las ideas malsanas impiden a los corazones doloridos el acceso a la plenitud y a la alegría, a ese Cristo que jamás se cansará de buscarnos y congregarnos en ese hogar grande que llamamos Iglesia.
Porque es tiempo de redescubrir las maravillas que ahora, hoy mismo, acontecen a nuestro alrededor y no somos capaces de advertir.
Paz y Bien
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