Para el día de hoy (04/12/19):
Evangelio según San Mateo 15, 29-37
Estamos con Jesús de Nazareth en territorio pagano, a orillas del mar de Galilea. Si bien la alusión no es directa, lo podemos entrever en las alabanzas jubilosas de los sanados y de sus familias hacia el Dios de Israel, para ellos dios ajeno y distante, además de numerosos signos y símbolos subyacentes en toda la lectura.
Hay algo tan evidente, que en aras de profusas exégesis y estudios se nos suele escapar como arena entre los dedos, y es precisamente ese rabbí galileo que se conmueve frente a la necesidad ajena y la hace propia, y no se queda en la pura emoción. Él se preocupa y ocupa, y llama especialmente la atención que no haya contraprestación ni condiciones que se requieran.
Los dolientes son sanados, los hambrientos son saciados, y no se les pide credencial de pertenencia, identificación religiosa ni prácticas de piedad específicas. Para el corazón Sagrado de ese Cristo sólo hay hijas e hijos de Dios doblegados por el dolor y sumidos en la necesidad, y es precisamente esa misericordia insondable el paso primero que nos esté faltando para edificar un mundo en donde campee la justicia.
No puede haber demasiadas elucubraciones por razonables que estas sean cuando la condición humana está atacada. Porque si el primer derecho es el derecho a la vida, el siguiente es el derecho a una vida digna y plena.
Y las soluciones están entre nosotros, en nosotros, y la llave para abrir tantas puertas cerradas es esa escandalosa solidaridad que nos propone y ofrece el Maestro.
Es el tiempo santo de Dios y el hombre, el tiempo de la Gracia, de lo que se ofrece y se entrega sin ninguna condición, a pura generosidad, reflejo absoluto del amor de Dios que es su esencia y su sueño para todos, el Reino inaugurado por Cristo.
Pedro y Juan, Santiago y Felipe, los Doce, los discípulos, tu y yo, todos nosotros estamos llamados a ser servidores de esa Gracia, llevando el pan que se multiplica al infinito de la vida compartida que jamás se agota, que alcanza para todos los que están y queda para todos aquellos que algún día llegarán, en la maravillosa desmesura del Reino.
Paz y Bien
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