Para el día de hoy (18/03/19)
Evangelio según San Lucas 6, 36-38
Sinceramente, el Dios de Jesús de Nazareth es misericordioso, es decir, que tiene puesto su corazón en nuestras miserias: si fuera solamente justo según nuestros criterios retributivos, hace un buen rato que hubiéramos sido pasibles de todos los castigos, más que merecidos.
Pero este Dios no es una deidad inaccesible y distante, que rige el universo desde antípodas celestiales. Este Dios está enamorado incondicionalmente de la creación, a tal punto de asumir para sí la condición humana como uno más, Padre, amigo, vecino que nos comparte la vida y los días.
En sus caminos -que no suelen ser los nuestros- esa misericordia se expresa en el perdón, pues Él sigue tenazmente confiando en todos y cada uno de nosotros.
Con el pecado morimos aún cuando el corazón siga latiendo y persista la respiración. Con el perdón se inaugura un nuevo comienzo en donde la vida plena, la felicidad es posible.
No es del todo errado imaginarnos a este Dios como un Dios desmemoriado. No realiza un conteo de las faltas, ni esos presentes a veces tenebrosos, sino todo lo que juntos podemos llegar a ser y a hacer.
Desde esa raíz que nos funda y edifica, el Maestro nos plantea una posibilidad enorme para transformar el tiempo. Para transfigurar la historia, tan cruel, tan inhumana, tan interesada, tan difusa e indiferente con el dolor.
La generosidad y la solidaridad son frutos de esa misericordia, y sólo desde corazones misericordiosos -rasgos filiales del único Padre- puede surgir la verdadera justicia.
Paz y Bien
0 comentarios:
Publicar un comentario