El primer ayuno: la compasión, el socorro, la misericordia














Viernes de Ceniza

Para el día de hoy (08/03/19): 

Evangelio según San Mateo 9, 14-15










En la mayoría de las religiones podemos encontrar la práctica del ayuno, usualmente modo devocional de dominar el cuerpo y las pasiones e internarse por caminos espirituales, y la religiosidad semítica no era ajena a ello.
Los fariseos ayunaban con frecuencia bajo criterios piadosos y catárticos, es decir, criterios de purificación por los pecados cometidos, ascetismo severo que con el tiempo se convirtió en un fin en sí mismo y no en la oblación humilde de un corazón contrito que busca agradar a Dios, que ansía reconciliarse y suplica perdón. Esa absolutización, necesariamente, implicaba también una exterioridad magnificada, pues el ayunante se mostraba visiblemente como tal, en busca también del reconocimiento ajeno como hombre piadoso y observante de los preceptos.

Luego de la muerte del Bautista, los discípulos de éste -a pesar de toda su prédica- han vuelto a las viejas costumbres, asimilando nuevamente las antiguas prácticas fariseas. De allí la extrañeza que le plantean al Maestro, pues algunos de ellos habían seguido a Jesús, se habían convertido en sus discípulos.

La respuesta del Maestro es novedosa y muy inteligente. No expresa una alternativa más, pues Él mismo ayunaba -lo hizo durante cuarenta días en el desierto-, sino que quiere enseñarles que ha comenzado un tiempo nuevo, un tiempo santo, y que es menester encontrar el verdadero sentido de las cosas, de todas las acciones.
En este tiempo mesiánico, los legalismos religiosos, la fé jurídica debe hacerse pasado, pues el Reino está muy cerca, tan cerca que la presencia del Mesías todo lo resignifica desde la Gracia, desde la alegría de la Salvación, desde la esencia misma de Dios que es el amor.

Por eso el primer ayuno, el ayuno agradable a Dios son la compasión, el socorro, la misericordia, pues es Dios quien purifica por su infinita bondad, y nó las acciones tabuladas que pretendamos emprender como acciones automáticas para adquirir el favor divino.

Paz y Bien

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