Para el día de hoy (22/03/17):
Evangelio según San Mateo 5, 17-19
Resulta comprensible que por la actitud del Maestro frente a los criterios legalistas establecidos, se infiriera que Jesús de Nazareth era un revolucionario que todo venía a derribar y a suplantar con su enseñanza lo que regía desde muchos siglos atrás.
Ello se acentuaba en los dirigentes religiosos de Israel, que solían adjudicarle el carácter de blasfemo pero que en realidad temían que el rabbí nazareno desestabilizara el status quo y quebrantara poder y prebendas que ellos detentaban. Sus discípulos no eran del todo ajenos a estos criterios.
Pero Él les aclara el panorama, les despeja mentes y corazones de esos errores. Él no ha venido a abolir, sino a darle pleno cumplimiento a la Ley y los Profetas.
Para Israel, la Ley era el distingo único, su marco referencial que le confería identidad nacional y cohesión como pueblo. Don de Dios, la Ley les ordenaba el modo de vivir con Dios y los demás, vínculos de justicia, de fraternidad, de equidad. Ellos venían de la esclavitud de Egipto, cargados de miedo y rencor y aferrados a una promesa de tierra propia, de futuro; en el camino, en el duro crisol del desierto, la Ley les fué templando los pasos. Por eso el camino de la Ley es camino de libertad.
Los Profetas es la voz de Dios, a veces dura pero siempre fiel, que les recordaba el horizonte cuando éste se les desvanecía, cuando los egoísmos los confundían, cuando las infidelidades los hacían retroceder.
Sin embargo Ley y Profetas, aún siendo don y misterio, eran medios para la plenitud, para confluir en la santa voluntad de Dios.
Los problemas comenzaron cuando se transformaron en absolutos que sólo son carga y oprimen, convirtiendo en esclavos a los que tienen inscrito en sus almas un destino de hombres libres.
Pero también la Ley puede cumplirse por puro deber, o por un temor a los castigos.
Con Cristo acontece la plenitud de la Ley y los Profetas que es el amor, el único y pleno camino de liberación, una devoción humilde que se expresa cotidianamente en los detalles pequeños, en los gestos más sencillos.
La Ley y los Profetas y su plenitud, el amor, son las señales inclaudicables de un Dios profundamente implicado en el acontecer humano, que asume propios los sueños de sus hijas e hijos.
Paz y Bien
1 comentarios:
Gracias, Señor, Ricardo, es decir que la ley y los profetas son un medio para conocer la voluntad de Dios, gracias.
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