Para el día de hoy (27/03/17):
Evangelio según San Juan 4, 43-54
La
sumisión a la opinión pública suele llevar al olvido de los principios,
de los destinos y a renegar de toda ética. Es la opinión pública, en
ese aspecto, un monstruo voraz.
Poco
tiempo atrás, Jesús de Nazareth se había ido de su querencia rechazado
con rabia por los suyos; hasta intentaron despeñarlo en un cerro
cercano. Por las líneas anteriores, se podría presuponer que Él no
regresaría a Galilea, notoriamente hostil y reactiva a cualquier novedad
y enseñanza.
Pero
el Maestro tiene una tenacidad asombrosa, y en los umbrales del Reino
es precisamente en donde ha de abandonarse el no se puede.
En
los ámbitos humanos, nunca nada es tan lineal, no exacto, ni
predeterminado. Y tal vez, todos nos volvemos terriblemente parecidos en
el dolor, desde el sufrimiento; allí es donde uno se despoja de los
rótulos que diferencian y separan.
En
el Evangelio para el día de hoy destaca la angustia de ese funcionario
real frente a su hijo que está en las últimas, en Cafarnaúm.
Es
un funcionario real, es decir, un burócrata de la estructura de poder
del violento usurpador Herodes, ese tetrarca de Galilea que gbierna
mediante el terror y una absoluta falta de escrúpulos, respaldado por el
poderío de las legiones romanas. Pero aquí, ello podría tener
relevancia para nosotros; para Cristo hay un doliente y hay un amor de
padre desesperado.
Los
milagros son profusos, abundantes, tan desbordantes como lo es el mismo
amor de Dios. Pero es menester tener ojos capaces de ver, una mirada
que pueda descubrirlos en la cotidianeidad. Porque suceden, y suceden en
la insondable urdimbre de la Gracia de Dios y la fé del hombre.
Todo se resuelve allí.
En la fé expresada en confianza: confiamos en Alguien antes que en algo, en una idea, en un dogma.
En
la obediencia, que no es hacer torpes venias a caprichos quen nos
resultan extraños y ajenos. La obediencia es escuchar atentamente -ob audire- y actuar en consecuencia.
Allí suceden los verdaderos milagros, que son mucho más que hechos prodigiosos o espectaculares.
Un milagro acontece cuando, a pesar de que broten señales de que todo está perdido, la vida prevalece.
Paz y Bien
2 comentarios:
En la fé expresada en confianza, eso lo creo, y creo que siempre hay milagros el despertar cada día ya es un milagro, muchas, gracias, Señor, Ricardo.
Gracias por su presencia y sus palabras tan gratas y fraternas.
Que por la Gracia de Dios cada día descubramos el milagro de su bendición.
Paz y Bien
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