Para el día de hoy (20/02/17):
Evangelio según San Marcos 9, 14-29
Demasiados demonios andan dando vueltas. Se ceban con terrible ensañamiento en los niños, en los pobres, en los indefensos. Pero suele afincarse como un tumor maligno en los corazones, y de allí parten las señales evidentes de dolor, de odio, de desprecio, de violencia, de injusticia.
Hay que estar atentos, pues el amor en retroceso, la proliferación de la corrupción y la mentira, la justificación de los medios para los fines, el Evangelio cuando deviene abstracto -restringido al culto dominical-, el razonamiento y la justificación de las miserias, la violencia bajo cualesquiera de sus modos, la imposición de la resignación, de la cruz por el dolor mismo, todas señales del Maligno que parece campear la tierra, estos arrabales a veces tan tenebrosos.
Cuando ello nos abruma, cuando el mal parezca tener la última palabra, resuena la voz de Cristo: todo es posible para el que cree.
Sin embargo, la fé cristiana es poder, poder infinito más no a la usanza del mundo. Es el poder eterno del amor, del servicio, de la generosidad, de afirmar en cada gesto, en cada acción, en cada palabra y en cada silencio la Gracia de Dios que nos ha llegado por Cristo, nuestro hermano y Señor.
Desde la oración todo es posible y se expulsan todos los demonios que hacen tanto daño. Orar es ubicarse en la misma sintonía amorosa de Dios, crecerse en humildad, afirmarse en la fé, revestirse de esperanza aunque todo diga que nó, que no se puede, que es cosa de nuncas y jamases.
El Señor ha resucitado, el Señor vá con nosotros.
Paz y Bien
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