Casa edificada sobre roca









La Cátedra de San Pedro apóstol

Para el día de hoy (22/02/17):  

Evangelio según San Mateo 16, 13-19




En cada ocasión que los Evangelistas nos sitúan en una locación específica, hemos de prestar especial atención, pues se nos están brindando coordenadas teológicas, espirituales; así, la lectura del día nos ubica en Cesarea de Filipo, una ciudad que contiene un templo en donde se venera al César como un dios, una zona ubicada al norte de Galilea que no es puramente judía, sino entrecruzada por vetas gentiles, tal vez señal de que el ámbito de la misión propia de la Iglesia siempre sea mestizo, mezclado, controversial, lejos de atisbos de purezas varias pues sólo Cristo en verdad purifica.

Allí Cristo interpela a los suyos pues son diversas las opiniones que boyan alrededor de su persona, opiniones erróneas que se quedan en la superficie mayormente según intereses, y que no ahondan en el misterio e identidad. Frente a esos devaneos y confusiones, precisamente allí en donde a los poderosos se los deifica, Pedro realiza un reconocimiento y confesión de fé tan contundente que conmueve y definirá su toda su existencia: -Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo-. Tal es la trascendencia de esa confesión que expresa que su vida ha sido renovada y recreada, y ya no se llamará Simón hijo de Jonás, sino Pedro -Cephas- Un nuevo nombre que contiene identidad y misión.

Sobre Pedro, sobre su fé, Cristo edificará la Iglesia, y por ello la Iglesia será una casa edificada sobre roca, pues su fundamento es Cristo aún cuando descanse en la fragilidad de los hombres. Abunda el pecado pero sobreabunda la Gracia, y por eso Pedro tiene plena autoridad para atar y desatar, atar con vínculos cordiales a los hombres que se han separado por odios y egoísmos -de allí que se lo reconozca como pontífice, hacedor de puentes-, desatar los nudos que oprimen, las cadenas del pecado, misión de liberación.

Pedro será primero entre sus hermanos desde la caridad y el servicio, pues ha sido elegido a pura misericordia y sostenido por la Gracia, más allá de cualquier mérito, bendición de un Cristo que no lo abandonará nunca.

Dios guarde a Francisco.

Paz y Bien




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