Perspectivas








Para el día de hoy (19/01/17):  

Evangelio según San Marcos 3, 7-12





El repliegue de Jesús con los discípulos a orillas del mar indica un desplazamiento hacia las costas del mar de Galilea -lago de Tiberiades o de Genesaret-, tal vez llevando a varios de los suyos a sus orígenes iniciales, pues pescaban allí y allí mismo fueron convocados como pescadores de hombres, pero también esa retirada es el desandar las falsarias mieles del éxito, pues prevalecía entre las gentes su fama antes que su enseñanza.

Aún así, una multitud ansiosa y necesitada lo sigue de muchos pueblos galileos. Pero no se acota a sus paisanos: la situación imperante era durísima en toda la nación judía y alrededores, y por ello, una marea humana se encamina hacia donde está Él desde la ortodoxa Judea, desde todos los confines judíos pero también de tierras gentiles, Idumea, Transjordania, Tiro y Sidón. No hay restricción ni excluidos en la Buena Noticia, y en mayor o menor medida esas gentes encuentran en Jesús de Nazareth un libertador que se ocupa de sus pesares.

Él pide a los suyos una barca para subirse y enseñar desde allí. La multitud que se agolpa lo apretuja, y mayor que el riesgo físico es el peligro de la euforia y las ideas confusa de venganza y barruntos de poder temporal. El cerco humano quizás exprese más el peligro de imponer el deseo de esa masa informe, sin rostro.
La euforia suele ser la contracara de la depresión, y discurrir por sus veredas es tan peligroso como embarcarse en el bote de papel del éxito, lo vano, lo que aparenta bueno pero que se diluye sin destino.

Cuando eso sucede, tanto en cuestiones públicas como en el ámbito personal, es menester tomar algo de distancia para recuperar perspectiva.
La perspectiva del Reino, que es amor, generosidad, un Dios que se ofrece incondicional a todos los pueblos.
La perspectiva del servicio, que es la antítesis total del poder y del dominio.
La perspectiva de la justicia divina, que es la misericordia, y nunca -jamás- perder de vista el sufrimiento de los pobres y nuestras manos convocadas a una tarea inmensa pero no imposible.

Ese Cristo redentor pide hoy esta mínima barca que somos para proseguir anunciando Buenas Noticias a nuestra gente.

Paz y Bien



1 comentarios:

ven dijo...

Me gustaría ser esa barca donde Él pueda seguir predicando. Gracias, un fuerte abrazo fraterno.

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