Santa María, Madre de Dios
Para el día de hoy (01/01/17):
Evangelio según San Lucas 2, 16-51
Durante mucho tiempo, la escena estuvo revestida de una pátina convenientemente bucólica e ingenua, ciertos visos naif. No está mal, claro está, afirmarse en tales colores para no perder de vista una de las claves de la Navidad, la ternura.
Pero en realidad los pastores pertenecían a uno de los escalones más bajos de la sociedad. Se los vindicaba habitualmente como amigos de lo ajeno y pocos respetuosos de lo ajeno, pues solían llevar los rebaños a las andadas, sin fijarse en los daños que podían ocasionar en eriales que no eran propios. Además, por su contacto con animales y heces, eran impuros rituales constantes. En síntesis, nadie en su sno juicio los invitaría a su mesa.
Precisamente a ellos, a los que nadie tiene en cuenta y de los que nadie espera nada bueno, a ellos Dios les anuncia la mejor de las noticias y en primer lugar. Dios se abre paso desde sitios y personas insospechadas, desde los márgenes, desde los bordes de la existencia.
Sin embargo, hay otra perspectiva que no podemos perder de vista, y es que Abraham y David eran pastores de oficio, que la imagen del pastor es la del Mesías que guarda a Israel, que Cristo es el Buen Pastor que dá la vida por sus ovejas.
Ellos, portadores confiados de la Buena Noticia se convierten en misioneros, en evangelizadores primeros, confiados, felices. Asombrosamente, ellos evangelizan a la Sagrada Familia, llevando el anuncio de la Gloria de Dios, de la promesa cumplida. Ellos son testigos, señales vivas de que Dios exalta a los pequeños.
Ellos siguieron exacta y obedientemente las instrucciones del ángel, y buscando a ese Niño Santo se encuentran con la Madre, porque donde está la Madre está el Hijo, Niño de los sueños que reconcilia a la humanidad con Dios en un tiempo infinito de paz y bendición, la gloria inmensa del amor de Dios.
La nueva alianza se decide por senderos extraños, entre pastores insomnes y pobres que reconocen a Dios en un bebé y una Madre virgen que atesora los asombros y todo lo que acontece en las honduras de su corazón.
No hay lugar para la superficialidad, ni para el perdurar dolosamente en rutinas sin sentido. En el corazón inmaculado de María se acuna y ahonda el misterio de Dios que la ha hecho fecunda. Mujer de fé, ha sabido reconocer el paso bondadoso de Dios por su existencia, y diciéndole Sí! ha permitido que la historia humana dé un giro definitivo.
María de Nazareth, Madre de Dios, es madre de la paz y de todos los encuentros, en donde la eternidad de Dios se expande en el tiempo santo de la Gracia, tiempo de Dios y el hombre, Dios con nosotros.
Muy Feliz Año Nuevo
Paz y Bien
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