Para el día de hoy (29/11/14)
Evangelio según San Lucas 21, 34-36
El tiempo definitivo llegará. Cesarán todas las esperas; será tiempo de cosecha, y por eso tiempo en que se evidenciarán los frutos buenos.
Será el tiempo del regreso del Hijo del Hombre, Cristo amaneciéndonos de una vez y para siempre.
Las especulaciones y cálculos carecen de sentido, y se los aligera el andar de toda ansia de precisión calendaria, pues Cristo viene. Y vendrá de improviso, y es menester estar dispuestos para el encuentro final, un final que es el comienzo de la vida absoluta.
Por eso no podemos permitirnos quedar atrapados por las preocupaciones, ni por todas esas cosas que nos distraen.
La alerta que nos enciende Jesús de Nazareth es un mensaje de pura esperanza, porque despojados de todos los sinsentidos, de todo lo que perece, podremos presentarnos humildemente de pié, mirando a los ojos a Aquél que ya hizo morada en nuestros corazones.
No hay manuales, ni soluciones mágicas, ni profusos razonamientos. La espera atenta es un rescoldo que se mantiene encendido con la oración.
Se trata de orar siempre, acercándonos al horizonte que es Cristo que llega.
Orar siempre, orar sin desmayos, orar con confianza, orar en la fecundidad de la escucha atenta, orar con las manos, con cada paso, con cada palabra y cada silencio, orar en soledad, orar en comunidad.
Orar para que nuestras vidas estén en la misma sintonía eterna de Aquél que no deja de buscarnos, orar para transparentar ese amor entrañable.
Orar para que toda la existencia se haga plegaria.
Paz y Bien
1 comentarios:
Cuando se ama, se desea hablar constantemente con el amado, o al menos contemplarlo incesantemente. En eso consiste la oración. Gracias.
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