Piedra de tropiezo




San León Magno, papa y doctor de la Iglesia

Para el día de hoy (10/11/14) 

Evangelio según Lucas 17, 1-6



El Maestro solía valerse de alegorías y parábolas para enseñar las cosas del Reino, la Buena Noticia del amor de Dios, en un lenguaje común a todos sus oyentes, con imágenes tomadas de lo que vivían a diario, y por su manera novedosa de enseñar las gentes se asombraban y admiraban, pues Él hablaba con autoridad, haciéndoles crecer cosas nuevas corazón adentro, y no tanto acumulando información sin límites.
Pero a la hora de hablar con franqueza no vacilaba ni un instante en utilizar los términos más duros y contundentes, tan severo como una espada afilada. Hay cuestiones que no deben esconderse tras figuras literarias ni edulcorarlas para alivio de oyentes que se han acomodado a cierto tipo de costumbres en su devenir cotidiano.

Él habla de quienes se vuelven motivo de escándalo, y ello no tiene tanto que ver con ese concepto común de cuestiones ocultas e inconfesables, tan usuales en los medios de comunicación. Él se refiere a las implicaciones del sentido literal del término skandalon, que signfica piedra de tropiezo, empujón que hace caer en la incredulidad a los pequeños.
Y pequeños son los pobres, son los que apenas asoman a la vida de fé, los marginados, los que no acceden a la cultura y muy especialmente los niños. Hemos sido testigos demolidos e infernalmente acostumbrados de tantas existencias de niños avasallados por aquellos que debían cuidarles y protegerles, y con tanta frecuencia malsana hemos visto también afanes por esconder bajo la alfombra estas crueldades, o peor aún, de racionalizar lo que no puede tolerarse. 
Porque desde Cristo no hay ambages: siempre hemos de estar del lado de las víctimas, jamás del lado de los victimarios.

Como un segundo movimiento sinfónico, nuestra misión -que es la misma misión de Jesús de Nazareth- nos encomienda una tarea de salud, de vendar corazones heridos, restablecer los vínculos quebrantados desde el perdón. No es tarea fácil y nada tiene de declamación, es bien concreta y definida. El perdón sana, el perdón libera, el perdón es un milagro.

Estos dos puntales sólo pueden sustentarse desde la fé, una fé que es ante todo don y misterio, es fé que moviliza los montes y transplanta los árboles más aferrados, la fé humilde del grano de mostaza que se vuelve frondosa, de sombra bienhechora para todo el que se acerca.

Paz y Bien

2 comentarios:

Caminar dijo...

Gracias Ricardo por tu comentario en el blog.
Como te has dado cuneta sólo he hablado del plano humano de la felicidad. El gozo, don del Espíritu es otra cosa, como la que da el seguimiento de Cristo. Tal vez peco de demasiado tajante en lo que digo sin dar más explicaciones.
Unidos en Cristo.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Para nada, María.
Tu sitio es un lugar para enriquecerse y compartir, y es sano y necesario que las cosas sean dichas al modo en que señalás, concretas, sin ambages. Lo sé bien, pues a menudo me suelo enredar en abstracciones sin sentido; y en el comentario, el que se excedió he sido yo, pues es claro de qué se trataba el texto, algo tan importante como el cuidado que hemos de tener respecto de lo cotidiano.

Doy gracias a Dios por vos

Abrazo en el Resucitado

Paz y Bien

Ricardo

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