Mensajeros erróneos



Para el día de hoy (01/10/13):  
Evangelio según San Lucas 9, 51-56



(El Evangelio para el día de hoy es claro y taxativo: Jesús de Nazareth se encamina hacia Jerusalem de manera decidida. Es una decisión incoercible a pesar de saber que en su horizonte inmediato sólo hay sombras de violencia, de desprecio, de sufrimientos espantosos, la voracidad de la cruz y el rechazo explícito de los suyos. 
Se trata de un viaje sin retorno signado por su entera fidelidad al Reino y el amor a su Padre que se expresa en sus hermanos, un amor tan grande que ha de transformar las tinieblas del Calvario en fuente inagotable de luz resucitada.

El Maestro envía mensajeros por delante de Él: se trata de preparar alojamiento, y es mucho más que un sitio para descansar y recobrarse de las inclemencias del camino. Se trata de abrir recintos en donde ese Cristo sea recibido, encuentre sitio en los hogares y en los corazones bien dispuestos.
Los mensajeros no deberían tener demasiados problemas, pues lo que cuenta es quien los envía y el mensaje que portan.

Sin embargo, el destino de esa pequeña misión es un pueblo samaritano, y los problemas comienzan.
Samaritanos y judíos se odiaban fervorosamente, en tren de muto y militante desprecio. Y a pesar de que el rabbí ha dado abundantes muestras de que a nadie rechaza a la hora de sanar, de hacer el bien, en la aldea de Samaría Jesús es rechazado. No lo reciben con el argumento aparente de que se encamina a Jerusalem.

El problema implícito en el rechazo radica en los mensajeros, y las razones son obvias: si los samaritanos, con su enfrentamiento encendido con el mundo judío, hubieran sabido que Jesús de Nazareth iba a Jerusalem a enfrentarse abiertamente y sin dudarlo al Sanedrín y a los poderes religiosos y políticos de Israel, no sólo lo hubieran alojado, sino que muy probablemente hubieran celebrado una fiesta en su honor. 
Aún así, no lo aceptan y lo rechazan.
Sin lugar a dudas, esos mensajeros han creado una caricatura del Maestro que nada tiene que ver con su misión, con esa misión por la que ofrecerá su vida. Son mensajeros erróneos no tanto por equivocarse doctrinalmente, sino por no aceptar en las honduras de sus corazones que este Mesías no se adapta para anda a lo que de Él esperan. No es un Mesías glorioso, en tren de victoria, caudillo y rey de un Israel que se impondrá por la fuerza a sus enemigos.
Este Mesías es príncipe de paz y rey de reyes desde la mansedumbre y el servicio, y a nadie excluye. Como su Padre -que sólo mira y vé hijas e hijos- Él sólo quiere encontrar hermanas y hermanos.

Esos mensajeros han portado un mensaje equivocado, pues antepusieron sus intereses personales a la importancia de lo que anunciaban.
No estamos demasiado lejos, y ante resultados infructuosos, también se suele reaccionar del mismo modo que los hijos de Zebedeo, con violencia instantánea que suprima y haga desaparecer a los réprobos, a los infieles, a los distintos, todo ello muy lejos de ese Dios que se desvive por todas sus hijas e hijos, un Dios capaz de soportar todos los escarnios, las humillaciones y de morirse en una cruz para que nadie más muera, para que no haya más víctimas ni crucificados)

Paz y Bien

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