Intérpretes del tiempo y los corazones



Para el día de hoy (25/10/13):  
Evangelio según San Lucas 12, 54-59



(En cada época histórica es una necesidad impostergable la lectura de signos y hechos que son propios de cada una, para poder dar una respuesta concreta a los interrogantes que el tiempo vá planteando. La superficialidad siempre conspira e impide la veracidad.

Pero todo ello cobra un mayor impulso y un significado mucho más profundo para la vida cristiana.

Creemos en un Dios que es y está, un Dios que por un amor insondable se ha encarnado, se ha hecho hombre -uno entre nosotros-, se ha hecho tiempo, se ha hecho historia y salvación en Jesús de Nazareth, Cristo de Dios.
Desde allí, entonces, nos vamos volviendo intérpretes de los tiempos, fidedignos lectores de los signos que encontramos a nuestro paso. Es eso que llamamos escatología: con la vista puesta en ese final que en realidad es el comienzo definitivo, podemos descubrir las huellas de ese Dios que nos conducen a puerto seguro.

Este Dios no es un Dios lejano e inaccesible en su eternidad. Su rostro lo encontramos en cada esquina, en el rostro de los pobres, en la mirada de los pequeños, su mano bondadosa en los pequeños gestos de bondad y también en los acontecimientos que redundan en ascenso de humanidad. En todo podemos encontralo, pues este Dios no se esconde, este Dios sale al encuentro.

Así también nos volvemos, por ello mismo, intérpretes de los corazones. Todo lo que sucede, lo bueno y lo malo, lo que se omite y silencia, anida en las honduras de las almas.
Allí es donde se decide salvación como don y misterio de siembra, o condenación por decisión propia y nó como castigo. Hay pocas cosas tan malas como no querer mirar y ver lo evidente.

Y entonces, sólo entonces se pueden torcer los rumbos de muerte e inhumanidad, tan ajenos a Dios.
Con ese Dios tejido en la historia, recobramos la posibilidad asombrosa e indeclinable de ser felices)

Paz y Bien

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