Para el día de hoy (04/12/12):
Evangelio según San Lucas 10, 21-24
(Jesús estaba con su alma ligera y alegre: los setenta y dos discípulos que había enviado en misión regresaban encendidos de felicidad por la tarea cumplida, y por descubrir que nada podía oponerse a la Buena Noticia -debe ser porque la alegría es maravillosamente viral, contagiosa, transmisible-.
Así, ora en voz alta y su oración es plegaria, es gratitud y profecía, y en esa profecía devela un rostro entrañable de Abbá su Padre.
El Dios del Universo, Señor del cosmos y la historia, tiene una preferencia abierta e inocultable por los humildes y pequeños. Más aún, la Buena Noticia se revela a los pequeños, y se oculta a los sabios y prudentes.
Son los pequeños no sólo los niños: pequeños son los que no tienen poder ni relevancia, los que no hablan muy bien, los que no tienen pericia religiosa ni formación alguna. Son los que no cuentan para nadie, meros accidentes de terreno o coyunturas estadísticas, los que nada esperan de este mundo pero se afirman en su confianza en Dios. Son la gente más sencilla, a menudo la más golpeada, esa misma gente que desde el esfuerzo manso, desde una integridad incoercible y a menudo desde el silencio se ofrecen por el sustento de los suyos, y con todo y a pesar de todo son capaces del asombro, de esa fé que se afirma corazón adentro en ese Cristo compañero antes que en libros, dogmas y preceptos.
Y quizás los pequeños son los primeros en reconocer a sus pares; por eso mismo se regocijan porque Dios se hace uno de ellos, uno como ellos, un Niño pequeño en brazos de su Madre)
Paz y Bien
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