Natividad del Señor
Para el día de hoy (25/12/12):
Evangelio según San Juan 1, 1-18
(Hoy como ayer, los Césares siguen de recuento, estadígrafos de cuerpos que tributarán a los poderes establecidos, cuerpos sin nombres pero que son contados por los poderosos de manera inexorable, censos para saber sobre quienes se gobierna y quienes están obligados a subordinarse a ese poder.
Esos Augustos y esos Cirinos efectúan proclamas grandilocuentes -pura carne mediática-, reafirmación permanente de ese poder que oprime, justificando brechas insalvables e injusticias enquistadas.
Extrañamente, el Dios del Universo hace otros conteos.
Su maravillosa noticia de Salvación se anuncia a los que nada significan, a los que no cuentan, a los sospechosos de siempre, a los despreciados que ni siquiera integran una estadística.
Pastores de ovejas nocturnas, compañeros de nuestras villas o favelas, marginados a los que se les racionaliza su exclusión con juiciosos argumentos.
Pero la vida viene pujando desde donde menos se la espera.
No hay otros tronos que la cuna maternal de una muchacha campesina, grávida de fé.
No hay otro palacio menos imponente que un refugio de animales, que se esconde al caer la noche.
Sin embargo, allí mismo titila una luz que no se apagará jamás, luz de las naciones, resplandor para todos los pueblos, liberación para todas las gentes.
Estamos, quizás, demasiado intoxicados de consumos e imágenes bucólicas.
Pero sigue sin haber un lugar en estas posadas que somos para que Dios nos nazca.
Dios es Palabra, y la Palabra acampa entre nosotros -Bebé Santo- para superar todo mutismo, para que recuperemos el habla extraviada, para volver a comunicarnos con ese Dios que resplandece en el hermano, en cada niño, en una vida que se asoma en pañales y se nos duerme en nuestros brazos.)
Paz y Bien
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