San José del servicio y el cuidado



Santos Inocentes, mártires

Para el día de hoy (28/12/12):  
Evangelio según San Mateo 2, 13-18

(Desde hace mucho tiempo, la matanza de los inocentes ha sido motivo de profusos estudios y de encendidas disputas intelectuales tanto a favor como en contra de su historicidad. En ambas posturas, hay razones y motivos más que válidos y razonables.

Sin embargo, aferrarse a cualquiera de las dos corrientes y desde allí aplicarlas al criterio de San Mateo, supone un craso error. Pues la intención primordial del Evangelista no es la de establecer una crónica histórica, sino más bien y ante todo realizar un relato teológico, es decir, espiritual.

Son varias las cuestiones que resaltan a simple vista. Por un lado, la pura praxis de Herodes que no reconoce límite ético alguno a la hora de conservar y ampliar el poder que detenta con total impunidad.
Es la brutalidad de aquellos cultores del ego y la opresión, que atropellan sin vacilar cualquier derecho y a los que las vidas de los otros sólo le representan una variable menor. Por ello es más que razonable suponer que el tetrarca galileo ordene ejecutar a niños pequeños, porque es parte de la lógica y el ejercicio de cualquier poder ejercido de manera omnímoda y sin otro límite que la propia ambición.

Pero la Palabra siempre nos está señalando que hay más -siempre hay más-.

Es menester detenerse en José de Nazareth, hombre sencillo de escucha profunda; al fin y al cabo, el término obediencia proviene del latín ob audire, es decir, escucha atenta, y así José es el hombre obediente a la voluntad de Dios, que no es otra que la vida misma. 
Un humilde artesano judío llevando a su mujer y a su bebé al exilio, en travesía de desierto, a una patria distinta, en donde los gestos y el acento lo traicionan, peón golondrina de lo que fuera para sostener a los suyos, silencioso protector de esa vida en ciernes de ese Hijo recién nacido.

La Sagrada Familia -signo cierto de la Trinidad- sufre desde el comienzo la prepotencia de los déspotas, el exilio, el emigrar a tierras extrañas, la pura supervivencia, el depender de la providencia amorosa de ese Dios que jamás los abandona.
Es un Dios identificado con los perseguidos, con los que sufren, con los que dejan su querencia por fuerza mayor, un Dios compañero de los indefensos, un Dios que encontramos en esos niños masacrados por los poderosos como en nuestros tiempos, en los que con tanta ligereza se afrenta al Creador violentando a tantos inocentes por abuso de aquellos que en principio deberían cuidarlos, por tantos niños soldados, por tantos niños explotados sexualmente o como trabajadores esclavos, niños víctimas de los caprichos de los prepotentes de turno, niños que apenas asoman a la existencia y ya sufren -como ese Cristo que ha venido especialmente por ellos- en sus pequeños cuerpos y en sus corazones Pasiones anticipadas.

Es imprescindible suplicar por que ese Dios bondadoso nos regale más Josés del servicio y el silencio, carpinteros protectores, trabajadores incansables por los suyos, existencias ofrecidas para que la vida florezca.)

Paz y Bien

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