De la fé como encuentro personal


Para el día de hoy (03/12/12):  
Evangelio según San Mateo 8, 5-11

(En la palabra para el día de hoy, hay algunos rasgos primeros a considerar: los judíos odiaban con tesón a los romanos, toda vez que Israel era una nación sometida al vasallaje colonial merced a la fuerza militar que ejercían las tropas estacionadas habitualmente en Cesarea y en ciudades estratégicamente limítrofes como Cafarnaúm. Se trataba no sólo de una causa nacionalista -que levantaría en armas a los militantes zelotas- sino también de esos paganos que profanaban con sus pasos la Tierra Prometida.

Desde allí, podemos inferir la puntual situación del centurión romano: pagano -seguramente de religión politeísta-, extranjero, impuro y enemigo. El Evangelista Lucas lo presenta con algunos rasgos respetables y amistosos, reconocidos por los ancianos del lugar a los que les había construido una sinagoga; puede interpretarse también con cierta política de acercamiento por parte del ocupante imperial.

Por ello mismo, en esa sintonía es difícil de imaginar un acercamiento tan personal del oficial romano a un rabbí judío, aún cuando este rabbí fuera sospechoso y cuestionado, Jesús de Nazareth.
A este militar la realidad lo golpea con dureza: un criado se encuentra gravemente enfermo, a punto de morir, y él, acostumbrado a detentar poder sobre tropa y súbditos del César, se dá cuenta que todo es vano, que es apariencia, que el poder que posee es efímero, que no es más que un hombre limitado como cualquier otro.
Precisamente, esa actitud veraz es la raíz de la humildad.

En ese talante se atreve a llegarse y a hablar con ese galileo del que todos hablan. Sabe que Él tiene algo que no puede explicar, pero que sin embargo en Él encontrará respuestas y sanación.
Y todo se resuelve y acontece el milagro en ese encuentro personal.

Ese centurión es verdaderamente un hombre religioso, un creyente, a pesar de ser pagano, extranjero, experto en las lides de matar. Ese centurión respira la fé auténtica que no se aferra a doctrinas, dogmas y preceptos, sino que por sobre todo se aferra y afirma en Alguien, Jesús de Nazareth.
Ese descubrir/nos es tan raigal y decisovo, que nos encontramos frente a un abismo en apariencia insalvable: no somos nada, Él es todo. No somos dignos pero aún así, Él se acerca y viene a nosotros, interesado en nuestras dolencias y por tanto en nuestro bien, antes que en lo que somos y en como somos.

Desde allí, el Maestro alabará esa fé y esa humildad, y reafirmará una de las premisas primordiales de la Buena Noticia: a todas las gentes y a todos los pueblos se ha invitado a la mesa grande del Dios de la Vida.

En clave de Adviento, nosotros vamos paso a paso al encuentro de un Niño que tiene todas las respuestas y que es nuestra liberación)

Paz y Bien

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