Para el día de hoy (25/04/12):
Evangelio según San Marcos 16, 15-20
(Es el mismo Jesús de Nazareth, el que caminó con ellos, el que les enseñó las cosas del Reino, el que murió en la cruz, el que ha resucitado, el que se les hace presente y les dice que la muerte no tiene la última palabra, que el amor de Dios es extremo y supera cualquier presunción, que no hay imposibles, que es el fin del no se puede, que esta fiesta de liberación tiene una invitación para todos sin excepción.
En la intensidad del momento quizás no se dan cuenta, y es una cuestión que habitualmente nos sucede; por eso es tan necesario detenerse, por eso es imprescindible la reflexión y el encuentro en la oración, que es diálogo corazón adentro con el Espíriti que nos anima.
En ese mirar atento los Once y nosotros mismos tenemos el inmenso e increíble privilegio de ser enviados a todo lugar, sin límites de cultura, de nación, sin fronteras de ningún tipo, anunciando la mejor de las novedades, la Buena Noticia.
Clave y raíz de esa misión será el asombro de saber que no estamos solos: a todas partes vamos con el Resucitado.
Anunciaremos un Bautismo nuevo de Salvación que derroca toda soledad, que desaloja cualquier angustia, que hace vidas nuevas y renovadas más allá de los límites de la edad.
Hablaremos un idioma que puede ser entendido por todos los pueblos, el lenguaje universal del amor.
Diremos a los cuatro vientos -a menudo sin palabras pero con hechos santos- que otra vida es posible, que otra vida es añorada y soñada para todas sus hijas e hijos por el Dios de la Vida, y que no prevalecerá la ponzoña del egoísmo, ni las amenazas de la violencia, ni las mordeduras del dolor.
La Resurrección nos impulsa, nos pone en marcha, no hay escusa ni excepción para quedarnos quietos ni dormidos, somos pequeños obreros en la construcción de un Reino maravilloso de justicia y eternidad que comienza aquí y ahora)
Paz y Bien
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