Para el día de hoy (20/04/12):
Evangelio según San Juan 6, 1-15
(Es imprescindible situarse en las regiones por donde Jesús predicaba: allí hay una multiplicidad de señales que hoy mismo nos están dirigiendo la mirada hacia lugares y situaciones impensadas. Así podemos advertir que Jesús cruza el mar de Galilea también llamado Tiberiades, sitio mixto de judíos y paganos, región de ortodoxia sospechosa, de donde nada bueno puede esperarse igual que en la Nazareth de sus orígenes. Lo bueno y lo santo pueden y deben acontecer en lugares extraños, allí mismo en donde nada nuevo puede esperarse.
Hay una multitud que lo sigue, probablemente movida más por su fama de sanador, por los signos fantásticos que realiza antes que por el Reino que anuncia. Sin embargo esto no es motivo de reprobación o rechazo, nadie ha de perderse, todos son invitados a la mesa grande del Dios de la Vida y por ello mismo, los panes que sobreabundan -esos doce canastos- se guardarán concienzudamente para los que aún no han llegado.
Jesús de Nazareth tiene una mirada profunda y compasiva que sabe descubrir la necesidad del otro aún cuando no se le reclame, sin que se le ruegue, advirtiendo que hay cinco mil hombres pero también hay mujeres y niños hambrientos a los que pocos tienen en cuenta. Los pobres suelen molestar y los excluidos se tornan invisibles en estas realidades tan dolorosas por las que atravesamos, y es menester volverse -convertirse- al Reino al cual estamos invitados, un ámbito amplísimo en donde todos podemos sentarnos fraternalmente en paz a compartir el pan, a compartir a Dios.
La respuesta de Felipe a la magnitud de la tarea está revestida de lógica y teñida de la más exacta razón: es la clásica actitud de esa mentalidad de éxitos y fracasos, porque se apoya netamente en la razón antes que en el co-razón. Aún así, hay que atreverse a más, y la respuesta proviene de la humildad innominada de un muchachito que se anima a compartir dos pescaditos y unos panes de cebada -almuerzo de pobre-. Sólo allí, desde la confianza en ese Jesús hermano y servidor y a partir de la solidaridad podrán acontecer los milagros, y esa compasión también se nos vuelve milagrosa.
Se acercaba la fiesta de la Pascua judía, memorial del paso liberador del Dios del Israel en éxodo de toda esclavitud. El Maestro vuelve a decirnos que todo puede cambiar, que los milagros son cotidianos, desprovistos de toda espectacularidad, y que es necesario que hagamos nuevamente nuestro éxodo para celebrar en plenitud la Pascua.
Éxodo de toda injusticia, renegando a cada instante de egoísmos, valientes a la hora de partir el pan. compasivos con el hambriento, hermanos de los que están relegados al olvido)
Paz y Bien
1 comentarios:
¡Gracias Ricardo por tus palabras, tus oraciones!
Dios te pague.
Un abrazo en el Señor.
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