Para el día de hoy (13/01/20):
Evangelio según San Marcos 1, 14-20
La lectura de los signos de los tiempos, es decir, de una realidad mucho más profunda que el mero acontecer y que remita a una trascendencia definitoria. Esa lectura precisa y veraz conlleva a la toma de decisiones que cambian los rumbos de toda existencia hacia su consumación, hacia su plenitud.
Jesús de Nazareth era un lector exacto de estos signos. En todo descubría el trazo bondadoso de Dios, que junto al hombre quiere reescribir la historia, un Dios que se aproxima -se aprojima-, que acampa entre los pueblos, que se hace tiempo, que se queda para siempre. Ya no es el tiempo del puro transcurrir, del devenir constante, sino que es el tiempo propicio, el tiempo justo, el tiempo bendito, kairos, el hoy de la Salvación.
Probablemente, la señal sea la entrega a manos crueles y vorazmente corruptas del enorme Bautista. Jesús se dá cuenta que la luz que portaba Juan ahora debe llevarla Él mismo, pero con otro sentido que se dirige a su misma plenitud.
Parece una contradicción, pero se trata de la ilógica del Reino. Cuando campean las sombras, cuando parece que sobreabunda el horror -la mazmorra herodiana, la ejecución de un hombre bueno- el Dios de Jesús de Nazareth transforma esas noches densas en asomos tenaces de luz.
Siempre es posible que renazcan noticias mejores, una Buena Noticia que nos cambie de una vez y para siempre.
No es casual, tampoco, que el anuncio de esta Buena Noticia comience en Galilea. Tendrá que ver seguramente que era terreno bien conocido por Jesús; posiblemente, habría allí menos peligros y hostilidades que en Judea y en Samaria, zonas del ministerio de Juan el Bautista.
Pero sin lugar a dudas, tiene que ver que Galilea es periférica, que está siempre bajo sospecha de estar contaminada por extranjeros, bajo escrutinio de impureza y de otros tantos estigmas adjudicados. Y tiene que ver que de allí nada bueno ni nuevo se espera. Galilea es la periferia misma de la existencia, Galilea es el margen de la vida, es el campo de los pobres, es el sitio en donde nadie es escuchado ni tenido en cuenta.
La Buena Noticia de la llegada del Reino -Dios mismo entre nosotros- se abre paso desde los márgenes hacia los centros que solemos establecer como primordiales. Este Reino no se condice con nuestras ambiciones, con nuestros esquemas, con cualquier expectativa razonable.
Es un tiempo de locos, y para ello hace falta gente simple, gente común, gente cotidiana.
Los primeros llamados son pescadores galileos, y el descubrimiento de su vocación primera acontece en su tarea diaria. Porque el llamado de Dios se descubre en la cotidianeidad, y florece en esas rutinas que a menudo nos adormecen.
El tiempo bendito es aquí y ahora y convoca a mujeres y hombres concretos, con nombres e identidades reconocidas, navegantes tenaces de mares inciertos que han de llegar a buenos puertos.
Paz y Bien
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