Para el día de hoy (13/09/19):
Evangelio según San Lucas 6, 37-42
Hay otra manera de mirar al mundo y al otro.
No es tarea fácil, pues implica dar la más brava de las batallas, la que se libra contra el propio ego, y animarse a tener la mirada de Jesús de Nazareth.
Se dice con veracidad que los ojos son la ventana del alma; pero también, a través de la mirada el mundo puede adquirir distintos significados.
La mirada de Jesús de Nazareth es una mirada bondadosa, por la que a pesar de todo y todos no se abdica jamás de la esperanza en que el hombre puede ser mejor, puede trascender, puede ser pleno, compasivo, fraterno.
Para nuestros limitados horizontes, puede sonar a ingenuidad. Pero aunque la rítmica del desprecio y del ridículo intente marcarnos el paso, no hay que bajar los brazos. En cada corazón -aún en el más malo, en el más vil- hay una posibilidad de regreso, hay un destello de Dios que puede disipar sombras.
Las gentes así, que se animan a despojarse de preconceptos y arrogancias de dominio que suponen la posesión del derecho absoluto a la crítica. Las gentes así, que a pesar de todo lo tenebroso que a veces nos cerca, siguen siendo tenaces en la esperanza de edificar un nosotros, porque por entre la multitud descubren al tú real y se despojan alegremente del yo. Las gentes así son frutales, imprescindibles, Buenas Noticias que laten.
Eso no implica, jamás, renunciar a la justicia o anegarse en pantanos de indiferencia. La verdad siempre por delante, la verdad ha de hacernos libres.
Dejar atrás la ceguera de no reconocernos tal cual somos, con luces y sombras, y así ir al encuentro del prójimo, en donde nos encontraremos con el Cristo de nuestra salvación.
Paz y Bien
No es tarea fácil, pues implica dar la más brava de las batallas, la que se libra contra el propio ego, y animarse a tener la mirada de Jesús de Nazareth.
Se dice con veracidad que los ojos son la ventana del alma; pero también, a través de la mirada el mundo puede adquirir distintos significados.
La mirada de Jesús de Nazareth es una mirada bondadosa, por la que a pesar de todo y todos no se abdica jamás de la esperanza en que el hombre puede ser mejor, puede trascender, puede ser pleno, compasivo, fraterno.
Para nuestros limitados horizontes, puede sonar a ingenuidad. Pero aunque la rítmica del desprecio y del ridículo intente marcarnos el paso, no hay que bajar los brazos. En cada corazón -aún en el más malo, en el más vil- hay una posibilidad de regreso, hay un destello de Dios que puede disipar sombras.
Las gentes así, que se animan a despojarse de preconceptos y arrogancias de dominio que suponen la posesión del derecho absoluto a la crítica. Las gentes así, que a pesar de todo lo tenebroso que a veces nos cerca, siguen siendo tenaces en la esperanza de edificar un nosotros, porque por entre la multitud descubren al tú real y se despojan alegremente del yo. Las gentes así son frutales, imprescindibles, Buenas Noticias que laten.
Eso no implica, jamás, renunciar a la justicia o anegarse en pantanos de indiferencia. La verdad siempre por delante, la verdad ha de hacernos libres.
Dejar atrás la ceguera de no reconocernos tal cual somos, con luces y sombras, y así ir al encuentro del prójimo, en donde nos encontraremos con el Cristo de nuestra salvación.
Paz y Bien
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