Bondad y compasión sin excepciones ni condicionales
















Para el día de hoy (12/09/19):  

Evangelio según San Lucas 6, 27-36









No es fácil. Las palabras del Maestro son revolucionarias, y se aparecen como una utopía imposible: el fundamento de la humanización total es un éxodo continuo de cualquier atisbo de egoísmo, aún cuando se asome como una lícita búsqueda personal.

La exhortación es inequívoca, se trata de amar, de bendecir y de orar, pero ante todo y especialmente por aquellos que nos odian, que nos maldicen, ese enemigo al que le place nuestra destrucción y nuestro silencio, la supresiva acción violenta.

Las palabras de Jesús de Nazareth son más que un discurso, y Él las ratifica ofreciendo mansamente su propia vida.
Se trata de que nadie más perezca, se trata de proteger la vida, y la vida de todos.
En el chato horizonte de nuestras mezquindades, el perdón deviene inútil cuando no imposible; pero en la santa ilógica del Reino, el perdón es camino de liberación que refunda existencias y naciones. El perdón es la gran revolución pendiente para nuestros corazones agobiados.

Es cuestión de comenzar a darse cuenta.
El perdón es la expresión de esa infinita misericordia que sostiene al universo, la dinámica de la Gracia de un Dios Abba que sólo vé hijas e hijos antes que propios y ajenos.
Por ello la bondad no ha de tener excepciones ni condicionales, y porque hemos sido reconocidos como tales por un Padre entrañable es que podemos descubrir hermanos a los que, quizás, en estos momentos descartamos.

Por ello la vida pueda expresarse como el paso salvador de Dios por nuestras vidas, unas existencias que tuercen destinos estériles en valles fecundos por esa gratitud renacida, la generosidad incondicional, la solidaridad tan necesaria como el respirar, la compasión como motor de la historia.

Paz y Bien

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