Para el día de hoy (10/07/19):
Evangelio según San Mateo 10, 1-7
La convocatoria acontece por decisión de Jesús de Nazareth, y ello es fundante, pues la iniciativa es del Cristo que nos llama, el Cristo que establece comunidad, el Cristo que convida a su mesa.
Los convocados son Doce discípulos, un número importantísimo para la memoria de Israel: a partir de las doce tribus, el Dios de Israel edifica un pueblo que llevará su bendición y portará la esperanza y las promesas, un pueblo surgido de un milagro de liberación al ca lor del crisol del desierto.
Por ello la convocatoria de los Doce representa el querer de Dios y, a su vez, la conformación de un pueblo nuevo cuyos vínculos no serán ni la sangre ni la pertenencia nacional sino la cercanía a Cristo, la unión con la Persona que los ha llamado, un pueblo que se identifica ante todo por el amor que encarna.
Así los discípulos son enviados con preferencia a Israel: la compasión es lo que motiva todas las acciones del Maestro, y precisamente es toda esa multitud en abandono, las ovejas sin pastor, las tribus que se han dispersado en la miseria impuesta y en el pecado cometido, misión que restablecerá los vínculos fraternos que se han extraviado y los llevará a su plenitud en Aquel que en verdad da sentido a todo.
A menudo, antes de internarnos en amplios proyectos debemos retornar a las fuentes primeras que nos constituyen, y en el envío de los suyos hay también parte de ello.
La misión, por el poder que no es de ellos pero que se les ha confiado, es decididamente humana, tan humana que no puede tener otro origen que el mismo Dios. Sanar, perdonar, liberar, purificar, tarea de amor y misericordia que anticipa el Reino aquí y ahora.
En los nombres de los enviados -apóstoles- podemos entrever una multiplicidad de orígenes y caracteres. Es un hermoso indicio de la savia cordial que los une, que destaca diferencias en la comunión que prevalece.
Pero lo que cuenta, a pesar de las debilidades, a pesar de los traidores, es la confianza que Cristo ha puesto en sus apóstoles, pues sabe que con su auxilio y en su Nombre superarán todos los imposibles en la asombrosa sintonía de la Gracia.
Paz y Bien
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