Domingo 7º durante el año
Para el día de hoy (24/02/19)
Evangelio según San Lucas 6, 27-38
En el ámbito de la justicia penal, impera como base la idea de reciprocidad. Aplicado esto a la praxis, implica la moderación de cualquier ímpetu de venganza, y adecuar las penas proporcionalmente a las ofensas conferidas. La influencia social de estas cuestiones es muy importante, pues regula las acciones, lo que está permitido y lo que nó a la vez que desalienta cualquier acción punible bajo cuerda; en cierto modo, en la reciprocidad podemos indagar los rastros primeros de todo pacto social.
Habiendo escuchado del Maestro los santos augurios de las Bienaventuranzas, los discípulos intuyen que ellos están en un plano muy distinto, inusual e ilógico. Porque si fuera por ellos, la razón indica que amar a los enemigos es una locura, y que en su vida diaria han de vérselas con mil y un problemas, con el azote de mezquindades, egoísmos, crueldades y destratos, y es muy difícil no reaccionar, no defenderse. No somos de piedra ni inmunes a lo que sucede a nuestro alrededor.
Pero esos hombres y los discípulos de todos los tiempos sólo comprenderán esta ilógica del Reino porque han sido invitados y situados allí por la Gracia, merced a la bondad entrañable de Dios. Sólo desde la gracia, sólo desde la luz del Espíritu del Resucitado es posible que ese Reino, esa vida plena, ese nuevo orden de los corazones se encarne en sus existencias.
Ahora bien, vivir las enseñanzas de Jesús de Nazareth no significa en devenir espectadores pasivos, ni tampoco esgrimir actitudes cobardes disfrazadas de prudencia. Se trata de que palpite la misma iniciativa de ese Dios que sale al encuentro de la humanidad, de todas sus hijas e hijos. Se trata del reconocimiento del otro, del prójimo, desde la caridad. Más aún, aproximarse/aprojimarse, hacerse prójimo.
La santa locura del amor a los enemigos no es una bella utopía, sino una realidad bien concreta de ese Reino que aquí y ahora, en silencio y humildad, crece entre nosotros.
Es la misericordia que es la única revolución verdadera, la misma misericordia que sustenta al universo, la misma misericordia que supera a nuestra justicia en gratuidad e incondicionalidad.
Paz y Bien
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