La misericordia disipa las sombras de la muerte















Para el día de hoy (18/06/18):  

 
Evangelio según San Mateo 5, 38-42







A través de su crecimiento como nación, el pueblo de Israel hubo de establecer normas de convivencia que luego se convirtieron en ordenamientos jurídicos, y en ese sentido, la ley del Talión fué un hito que propendía a limitar los efectos de las venganzas personales mediante una pareja aplicación de castigos frente a delitos cometidos: es volver objetivas las normas sociales, dejando atrás los intereses individuales, sean o no razonables. Por ello el texto expresado en el capítulo 24 del libro del Levítico: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida y contusión por contusión...
En cierto modo, la ley del Talión es un precedente fundante de los sistemas legales occidentales por varias cuestiones, en la búsqueda de una justa retribución o pena frente al delito infringido, articulación penal que a la vez, de un modo lógico, norma la interrelación entre las gentes.

La propuesta de Jesús de Nazareth se inscribe en el horizonte del Reino de su Padre, en donde se entretejen la eternidad y los tiempos humanos, milagro asombroso de la Encarnación.

Se trata de otro modo de vivir, que es mucho más que una mera alternativa; es no recurrir a la violencia de ningún modo y bajo cualquier pretexto o motivo, desde una decisión que se adopta desde las honduras del corazón antes que desde la imposición.
Se trata de dejar de lado la aritmética de los castigos progresivos y elegir abiertamente el camino del amor al prójimo y más aún, el amor a los enemigos, para que campee la vida y se disipen las sombras de la muerte.

Se trata de cambiar mansamente la faz de la tierra a fuerza de bien.

Paz y Bien

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