Para el día de hoy (19/07/13):
Evangelio según San Mateo 12, 1-8
(Para los judíos piadosos, el Sabbat -sábado- era día fundamental para honrar a su Dios, el momento sacro de encuentro entre Yahveh y su pueblo. Si ahondamos en su etimología hebrea, shabbat significa el cesar de realizar todo tipo de tareas, abstenerse de realizar cualquier trabajo, prescripción recibida a partir de la legislación de Moisés.
Con el correr de los siglos, esta norma -de carácter eminentemente espiritual- devino en obligación imprescriptible que se ubicaba por sobre todo lo demás, es decir, se trastocó en normativa deificada en cambio de ser un medio para santificarse. Así entonces se impusieron también preceptos subsidiarios obligatorios que volvían anatema a los infractores de los mismos.
Difícilmente aconteceres religiosos que se lleven por delante lo que es humano, han de ser gratos al Dios Abba de Jesús de Nazareth.
El Maestro se encontraba ese sábado atravesando unos sembrados junto a los suyos, y les sucede algo elemental y básico: sienten hambre. Son un puñado de caminantes, todos hombres pobres que no tienen la posibilidad de un banquete y que están hambrientos. Con toda naturalidad y sin ninguna afectación, toman algunas espigas del sembradío para aminorar ese hambre que los acucia.
Pero están los comedidos de siempre, las almas puntillosas que están siempre atentas a las infracciones -especialistas en detectar y sancionar lo prohibido- a los que no le interesa el hambre que se ha hecho presente.
Jesús de Nazareth no enciende los motores del debate ni de la dialéctica: esos fariseos, en sus afanes religiosos, reniegan de lo sagrado que anida en cada vida humana. Son los tiempos de la Gracia, del Dios Encarnado, y el Reino implica cierta insolencia santa, la de atreverse a arrancar espigas en sábado, es decir, animarse a hacer el bien sin pedir permiso.
Porque el culto verdadero es la compasión, porque la misericordia para con el hermano es el más bello de los templos)
Paz y Bien
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