Para el día de hoy (10/06/13):
Evangelio según San Mateo 4, 25- 5, 12
(El Evangelista Mateo menciona que acudían a escuchar al Maestro gentes desde Galilea, de la Decápolis, de Jerusalem, de Judea y de la Transjordania. Es toda una geografía de la Salvación que no se acota simplemente a los mapas, sino que responde a una geografía teológica, es decir, espiritual: hablamos de judíos ortodoxos de Judea, de los poderosos de Jerusalem, de los marginales galileos, de los gentiles de la Decápolis y Transjordania: la enseñanza es universal, y bien podríamos decir sin dudarlo que hoy acuden gentes a escuchar a Jesús de Nazareth desde Europa, desde América Latina y el África, desde América del Norte, Asia y Oceanía, de todos los pueblos de la tierra.
Es que la Buena Noticia no se acota a un pueblo ni tampoco a un grupo religioso. El proyecto del Reino -sueño inquebrantable de Dios- es felicidad y plenitud para todos los pueblos, desde las grandes ciudades a las pequeñísimas aldeas perdidas, desde la periferia a la metrópolis. Es un proyecto que florece en humanidad, ansias de Dios de volvernos cada día más humanos, tan humanos como el más humano de todos, Jesús de Nazareth.
Sin embargo esta universalidad no es impuesta, no es molde que se aplica a la fuerza a una masa informe de pueblos y culturas. No todos las aceptan, muchos irán contra toda idea de humanización, otros tantos renegarán esta urdimbre de lo eterno en lo cotidiano.
Las Bienaventuranzas expresan el amor de Dios todos los días de nuestras existencias, mujeres y hombres que se descubren hijas e hijos y por lo tanto hermanos, más allá de toda lógica mezquina.
Esa felicidad, en esta magnífica contradicción a la que nos invita el Maestro, vendrá desde los pobres, desde los que lloran, desde los que edifican la paz, desde los que respiran misericordia, desde los de corazón limpio, desde los hambrientos insaciables de justicia, desde los que hacen de su vida diaria un sol de mansedumbre y paciencia, desde todos aquellos que se atreven a soportar lo que sea con tal de que sus hermanos -los hermanos del Señor- salgan al nuevo sol de la fraternidad que se nos ofrece desde la Encarnación.
Este proyecto no es abstracto, sino bien real y concreto, y la mesa está servida, allí esperándonos para compartir la existencia)
Paz y Bien
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