Para el día de hoy (06/09/12):
Evangelio según San Lucas 5, 1-11
(Para los pueblos y culturas semíticas de antaño -especialmente para Israel y los pueblos aledaños durante el siglo I- el mar representaba, simbólicamente, el caos y todo aquello que se oponía a Dios y entrañaba un peligro cierto para la vida.
Por eso mismo la Palabra para el día de hoy nos florece en tantos símbolos y signos.
Las multitudes se agolpan para escuchar al Maestro; sabemos de la crueldad y las angustias que impone el hambre, y es tan inhumano que no puede ser jamás ajeno a nuestra misión. Sin embargo, hay otro hambre más profundo, una necesidad de sustento más raigal que es el hambre de la Palabra, y que sólo puede saciar Jesús de Nazareth.
Hoy también multitudes andan hambreadas de trascendencia y de verdad, sumergidas en mares que de continuo amenazan con tragarlos y hacerlos desaparecer.
Existen muchos que intentan subsanar esto en la penumbra de sus ambiciones religiosas de adeptos o adherentes. Otros que por miedo navegan de modo escondido y confidencial, cuyo fruto será siempre escaso o nulo y sobrecargará estas mínimas barcas que somos y esta nave que es la Iglesia de desaliento y desesperanza.
Pero la mirada de Jesús de Nazareth es otra. En donde cunde el desaliento, Él descubre esperanza.
Y allí mismo, doblegados por la oscuridad de nuestros esfuerzos estériles, Él vuelve a ver y a hacernos ver posibilidades y misión.
Hay que salir a la luz del día, sin temor, con la capacidad de asombro intacta, con nuestra fidelidad firme, porque frente a la amenaza de ese mar tan terrible, nos descubre misioneros de rescate en redes de vida. Hay muchos pequeños peces a la deriva, muchos peces a los que hay que mantener con vida, muchos peces a los que hay que decirles con certeza inquebrantable que hay mucho más que noche cerrada, que dispersión y soledad, que muerte y ahogos.
Esas redes que nos invita a echar en este mar-mundo son redes especiales -de tan simples y sencillas que son-; son redes que no distinguen entre pequeños y grandes, entre buenos y malos.
Estas redes de Salvación buscan afanosamente incluir a todos sin ninguna excepción para que la vida y la Gracia prevalezcan)
Paz y Bien
Evangelio según San Lucas 5, 1-11
(Para los pueblos y culturas semíticas de antaño -especialmente para Israel y los pueblos aledaños durante el siglo I- el mar representaba, simbólicamente, el caos y todo aquello que se oponía a Dios y entrañaba un peligro cierto para la vida.
Por eso mismo la Palabra para el día de hoy nos florece en tantos símbolos y signos.
Las multitudes se agolpan para escuchar al Maestro; sabemos de la crueldad y las angustias que impone el hambre, y es tan inhumano que no puede ser jamás ajeno a nuestra misión. Sin embargo, hay otro hambre más profundo, una necesidad de sustento más raigal que es el hambre de la Palabra, y que sólo puede saciar Jesús de Nazareth.
Hoy también multitudes andan hambreadas de trascendencia y de verdad, sumergidas en mares que de continuo amenazan con tragarlos y hacerlos desaparecer.
Existen muchos que intentan subsanar esto en la penumbra de sus ambiciones religiosas de adeptos o adherentes. Otros que por miedo navegan de modo escondido y confidencial, cuyo fruto será siempre escaso o nulo y sobrecargará estas mínimas barcas que somos y esta nave que es la Iglesia de desaliento y desesperanza.
Pero la mirada de Jesús de Nazareth es otra. En donde cunde el desaliento, Él descubre esperanza.
Y allí mismo, doblegados por la oscuridad de nuestros esfuerzos estériles, Él vuelve a ver y a hacernos ver posibilidades y misión.
Hay que salir a la luz del día, sin temor, con la capacidad de asombro intacta, con nuestra fidelidad firme, porque frente a la amenaza de ese mar tan terrible, nos descubre misioneros de rescate en redes de vida. Hay muchos pequeños peces a la deriva, muchos peces a los que hay que mantener con vida, muchos peces a los que hay que decirles con certeza inquebrantable que hay mucho más que noche cerrada, que dispersión y soledad, que muerte y ahogos.
Esas redes que nos invita a echar en este mar-mundo son redes especiales -de tan simples y sencillas que son-; son redes que no distinguen entre pequeños y grandes, entre buenos y malos.
Estas redes de Salvación buscan afanosamente incluir a todos sin ninguna excepción para que la vida y la Gracia prevalezcan)
Paz y Bien
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