Para el día de hoy (21/01/12):
Evangelio según San Marcos 3, 20-21
(Es claro: hubieran preferido lo que conocían desde siempre, una existencia apacible, en el devenir de los días sin sobresaltos, una Ley rígida que les marcara el compás, evitándoles cualquier inestabilidad proveniente de las honduras de la conciencia o del hambre de sus corazones. Lo hubieran preferido para siempre allí, artesano diario y varón judío de sinagoga sabatina.
Pero las cosas que hacía y decía los desubicaba, se sentían perdidos y avergonzados de aquel Jesús que habían visto crecer como uno más del clan, y que ahora hacía cosas más que extrañas.
Curaba a todo enfermo que le presentaran, y sin vacilar se impurificaba tocando a leprosos, a endemoniados, a mujeres. Se sentaba a comer con personajes por lo menos de dudosa moral, a menudo despreciados por toda la comunidad. No le importaba vulnerar la estricta rigidez del sábado si ello suponía hacer un bien o socorrer en una necesidad. Hablaba del Dios de Israel y del Universo llamándole Papá. Cuestionaba abiertamente a los escribas, doctores de la ley y severos fariseos.
Estaba enajenado, estaba loco, estaba fuera de sí, argumentaban con ánimos de llevárselo de regreso a Nazareth y ponerlo de nuevo en línea.
Era verdad, estaba fuera de sí pues no vivía para sí mismo sino que estaba volcado enteramente a los demás, a tal punto de no poder comer tranquilo.
Bendita locura de servicio y redención que nos invita a enajenarnos santamente en socorro de nuestros hermanos)
Paz y Bien
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