Barrabás


"...En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición..."(Mc 15, 6-7)
Barrabás estaba preso por homicidio, y probablemente, su delito estaba agravado por la sedición contra el poder romano establecido.

Había elegido el camino de la violencia para liberar al pueblo judío del yugo opresor.
Estaba preso, a la espera de su ejecución.
Y los romanos ejecutaban criminales crucificándolos: estaba normado que a los criminables pasibles de pena de muerte se les azotara con carácter previo. Muchos ni siquieran llegaban a la cruz, morían en la tortura del flagelo.

Seguramente Barrabás conocía qué era lo que le esperaba.

Unos días atrás, las gentes aclamaban con júbilo, con una alegría incontenible la entrada de Jesús en Jerusalem.
Esas mismas gentes, frente al dilema que les plantea el romano imperialista, eligen a Barrabás.
Alguien debe morir, y deciden que sea el manso.
Alguien va a vivir, libre de culpa y cargo, y será el violento.

Porque el derecho romano -el mismo que es raíz de nuestras leyes en la actualidad- es claro: nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito.
Y Barrabás, convicto y confeso por homicidio, queda libre: sus delitos se borran, nunca han existido, se alimentará la voracidad de la cruz con un inocente.

Y yo, Señor, soy igual a esas gentes.
Siempre estás viniendo, entrando en mi vida y trayendo la alegría que no puede silenciarse.
Sin embargo, si tengo que elegir, elijo el camino de la violencia.
Aunque no alce mi puño o esgrima un arma, decido ser violencia.
Porque soy violento cuando oigo y no escucho.
Porque soy violento cuando miro y no veo.
Porque soy violento cuando, debiendo hacer silencio y escuchar, busco el ruido que aturde.
Porque soy violento cuando me callo, sabiendo que debo hablar.
Porque soy violento cuando encuentro mil excusas para mis miserias, pero no tengo compasión para mis próximos.
Porque soy violento cuando un hermano languidece de miseria a mi lado, y no muevo un dedo en su favor.
Porque soy violento cuando creo que la posibilidad de cambiar es sólo para mí, y no para el otro, cuando condeno de antemano, cuando no soy capaz de perdonar.

Y aún cuando yo elijo esas violencias, vas a morir por mis delitos.
Aún con todo eso, sos capaz de los más terribles sufrimientos con tal de que quede libre de culpa y cargo.

Señor, que pueda morir de una vez por todas a esas violencias, a esas miserias.
Señor, ten piedad.
Amén

Paz y Bien

2 comentarios:

Ludmila Hribar dijo...

Precioso texto Ricardo para mirarnos por dentro y prepararnos para la Fiesta de las Fiestas cristianas. Gracias.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias a vos, Ljudmila, un abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

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