María Magdalena: no puede guardarse el descubrir al Maestro vivo


Para el día de hoy (14/04/09):
Evangelio según San Juan, 20, 11-18

(María de Magdala llora junto a la tumba vacía.

La muerte le ha robado a su amigo y al sentido de su vida.
Y es peor el dolor: vá a la tumba a buscarlo ¡y de allí también se lo han robado!

María de Magdala llora, pero no se regodea en el llanto.
No se queda quieta, no se deja paralizar por el dolor. Busca. Pregunta.

El Señor no se oculta a quien lo busca de corazón.

El Señor llama por su nombre a María de Magdala, y ella lo reconoce, y exclama su reconocimiento: -¡Maestro!-

Es mandato del Resucitado que ella no retenga ese conocer, que vaya donde los otros y avise que Él está vivo.
Y ella tampoco hubiera podido guardar esto en secreto para sí misma...

Nosotros también lloramos, buscamos, preguntamos, nos detenemos en tumbas con el corazón en penumbras.

Y el Resucitado nos llama.
Y no nos interpela de manera abstracta, genérica, general, no. Su llamado es personal, se dirige a nosotros por nuestros nombres, por lo que somos y por quien somos.

El reconocer al Maestro, al Resucitado no es cosa que pueda ocultarse, guardarse y esconderse.

Hemos visto Su Rostro.
Hay que avisarle a los otros)

Paz y Bien

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