La costumbre las utiliza como sinónimos.
Es claro que no es así.
Una casa no es necesariamente un hogar.
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Ella ha sido una anónima niña judía, una mínima campesina.
Una nadie.
Menos que nada por ser mujer.
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Ella en su pequeñez, conmovió y enamoró al Altísimo.
Pobre entre pobres, todo lo ha tenido en Dios.
¡Llema de Gracia! es saludada por el Mensajero y así la saludarán de generación en generación.
Tierra sin mal le canta el paí Julián Zini.
La mejor tierra recibirá en su seno la semilla de Dios que germinará y será Jesús, nuestra Salvación y nuestra Vida.
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Se arriesgó al oprobio y a la muerte por ese Hijo.
Su parto fue en un refugio de animales; parecía que a ese Hijo los hombres lo rechazarían desde recién nacido...
Y cuando el Hijo dejó el hogar para comenzar su Misión, Ella lo siguió.
Hasta logró que realizara su primer signo en una boda...
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EL Hijo ha sido taricionado y abandonado por sus amigos, lohan escupido, torturado, se han mofado de su bondad, lo castigan, lo crucifican.
-¿Habrá un dolor mayor al de una Madre viendo morir a su Hijo entre dolores atroces?-
Sin embargo, Ella está de pié allí
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Está de pié junto con otras nadies, nos cuenta la Palabra.
Estaba su hermana, mujer de Cleofás, estaba María, la de Magdala, había otras.
Y sería a dos nadies, dos mujeres, a las que se revelaría primero el misterio de su victoria sobre la muerte...
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Ella está transida de dolor viendo a su Hijo yerto de amargura y dolor.
Y ese Hijo, que en trance de morir no debía quedarse solo, sigue dándose a los demás.
Dá a su Madre.
Ella es la Mujer con mayúsculas que ha pisado a la serpiente de la muerte.
Y señalando al discípulo que ha permanecido fiel hasta el fin, le dice:
-¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!
Y al discípulo: -¡Aquí tienes a tu Madre!
-Y desde aquella Hora, el discípulo la recibió como suya- (Jn 18, 25-27)
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Esa Mujer sin casa es dada por su Hijo a cada uno de nosotros.
En tu casa, en mi casa, hará un hogar al momento de recibirla como propia.
La gran pregunta es:
¿Qué estamos esperando?
Paz y Bien
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