San José Obrero
Para el día de hoy (01/05/20):
Evangelio según San Juan 6, 52-59
San José de Nazareth, de María, de Jesús, de la Iglesia, de todos los trabajadores porque es uno más entre ellos, entre nosotros.
De esos hombres íntegros y dignos que se rebelan mansamente contra toda corrupción. Hombres para los que el trabajo es el único modo veraz de lograr el sustento, de crecer en humanidad, de edificar derechos, de que haya inclusión, de que la vida se expanda porque se la cuida con esmero y afecto.
Hombre de un silencio que aturde a los poderosos y que abriga a los desamparados.
Un hombre que desdeña protagonismos, un hombre que no busca reconocimientos ni honras porque se sabe cumplido y pleno cuando hace lo que debe hacer, y ese deber es el servicio y el cuidado de su mujer y de su hijo.
Padre con mayúsculas y con todas las letras: el Hijo de Dios creció en humanidad y Gracia bajo el amparo afectuoso de su sombra bondadosa de árbol frutal. A tal punto que ese Hijo -tan suyo como el que más- lo llamaba Abbá, y quizás con los años, los amables y entrañables gestos serviciales de ese carpintero judío le sirvieron para enseñarnos el rostro y el carácter del Dios de la Vida.
Un hombre tan pequeño y a la vez inmenso, del que el mismo Dios aprendió su oficio, y que llamaba al Mesías con todo derecho y absoluta veracidad con el mejor de los apelativos: hijito.
Muchos hombres y muchas mujeres son así, tan silenciosos pero tan imprescindibles. Son los que siempre están firmes, sin doblegarse jamás, y que hacen que esta vida, a veces tan cruel y despiadada valga la pena y tenga sabor, porque son sal y son luz que se refleja en sus manos encallecidas del esfuerzo diario y en su mirada serena de justicia, justicia que repudia la dádiva humillante, justicia que no se resigna a la explotación, mujeres y hombres trabajadores incansables por las vidas que se les han confiado, y que a menudo alegremente se van a otros campos, a la tierra sin mal, porque han hecho lo que debían, ni más ni menos, héroes de la honestidad, heroínas que mantienen a raya la voracidad del hambre y la violencia.
San José obrero es expresión del trabajo que trasciende, reflejo puro de un Dios que jamás deja de querernos y re-crearnos, que aún con temores y dudas no vacila en sumergirse en el río bravo de la historia porque hay que llevar a los que amamos a buen puerto.
Un muy feliz día a todos los que trabajan, y un deseo fértil de esperanza para los golpeados por el desempleo. Todo puede y vá a cambiar.
Paz y Bien
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