Para el día de hoy (18/05/20)
Evangelio según San Juan 15, 26-16, 4
La fidelidad a Cristo y a su Buena Noticia no es un proceso abstracto ni aséptico, sin consecuencias. Más aún, vivir el Evangelio necesariamente tendrá sus consecuencias, consecuencias graves, durísimas, violentas: ninguna fidelidad, desde la mirada obtusa del poder, quedará impune.
Esto lo sabían bien los discípulos y las primeras comunidades: serían expulsados ignominiosamente de su espacio religioso de siempre, excomulgados sin más trámites de las sinagogas, y serían perseguidos hasta la muerte -previo juicio- por los poderes políticos, especialmente por la Roma imperial.
Los cristianos de hoy en día tampoco están exentos de las persecuciones, las que se han refinado en sus modos pero siguen teniendo su carga de odio y su dosis de crueldad, y no es aventurado afirmar también que la medida de las persecuciones y repudios sufridos es también la medida de la fidelidad practicada.
El Maestro promete sin ambages el Paráclito -Parakletos en su origen griego, o alguien llamado en su traducción literal. Es Aquel a quien se clamará por ayuda, es el Espíritu Santo de Dios que acudirá como Abogado, Consejero, Consolador e Intercesor.
Abogado que nos defenderá en principio de nosotros mismos, de todo el mal que hemos hecho -Espíritu de misericordia y perdón.
Consejero que nos dará las palabras justas para que nuestro testimonio sea veraz, aún en los momentos más difíciles.
Consuelo en nuestras horas más bravas, en las noches que se hacen perpetuas, en las angustias y en las lágrimas.
Intercesor de nuestra pequeñez y limitación frente al misterio eterno de Dios, fuerza de la vida, vida plena, alegría y profecía.
No hay precio porque no hay condiciones, porque todo se decide por la Gracia de Dios.
Por ello, en feliz reniego de una religiosidad retributiva o de obligaciones tabuladas, roguemos que nuestra obediencia sea sencillamente que nos reconocemos hombres y mujeres que hacemos lo que debemos porque Alguien, a costo de su propia vida, nos ha comprado tiempo, tiempo eterno para crecer y dar frutos.
Paz y Bien
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