Para el día de hoy (20/08/13):
Evangelio según San Mateo 19, 23-30
(La lectura lineal y superficial nos conduciría, en el Evangelio para el día de hoy, a un mandato de vida austera, ascética, y a una propuesta de vocacional de vida consagrada. Se trata de un éxodo y, como tal, exige el coraje de una ruptura. Porque creer es ruptura, porque la Gracia es simiente de toda revolución verdadera, porque el Reino no admite medias tintas ni tibiezas.
Es claro que el dinero se ha convertido en un ídolo cruel que se place de sacrificios humanos, literalmente. Porque en su ara inmanente se sacrifica al prójimo. Para acceder a ese Reino que se nos crece en el aquí y el ahora y que se expresa en a comunidad cristiana, es menester dejar atrás todo resabio de egoísmo. El Reino no se subordina a leyes de mercado, a portación de bienes o al poder que pueda detentarse, ni tiene nada que ver con apotegmas mercantilistas, especialmente los trueques piadosos. El Reino es ofrenda amorosa de un Dios que se despoja de todo por sus hijas e hijos, y que inaugura cielos nuevos y nueva tierra a través de Jesucristo.
Todos moriremos. Más lo que nos llevaremos es el amor. Todo lo demás -especialmente lo que hemos acumulado y que perece- nos ata, nos hunde y sumerge.
Y en estos menesteres, a fuer de sinceridad, concluimos que nadie tiene méritos suficientes para salvarse. Todos portamos nuestras mochilas de piedras, todos acarreamos miserias inhibitorias de toda Pascua, todos montamos camellos imposibles.
Pero es el tiempo de la Gracia, de los asombros, de las maravillas y, por sobre todo, de la compasión y la misericordia. No dependemos de los méritos acumulados. Somo esclavos, libertos por el infinito amor de Dios, por el donde e la vida misma hecha por Jesús de Nazareth. Y a través de ese amor todos podemos pasar por cualquier ojo de aguja.
La esperanza nos empuja)
Paz y Bien
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